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    Crítica | Hole in the Head

    || Críticas | SEFF 2022 | ★★★★☆ |
    Hole in the Head
    Dean Kavanagh
    Necrofilia patrocinada por Bolex


    Javier Acevedo Nieto
    Sevilla |

    ficha técnica:
    Irlanda, 2022. Título original: «Hole in the Head». Dirección: Dean Kavanagh. Guion: Dean Kavanagh. Fotografía: Dean Kavanagh. Reparto: John Curran, James Devereaux, Lynette Callaghan. Duración: 95 minutos.

    Esto no es un falso documental. Quizá sea un thriller sobre el proceso de rodar un falso documental. Esto no es una ficción de un metraje encontrado. Quizá sea una especulación a partir de un supuesto material de archivo. Esto no es un filme estrictamente narrativo. Quizá sea una experimentación de ideas y formatos narrativos. Lo que Hole in the Head es se define a partir de todo lo que no es. Es una película que es una película puesto que hace lo que solo puede hacer un medio como el cine. Esto es, manipular el tiempo hasta que la imaginación sea un material dúctil con el que dar forma a una retórica expresiva cuya duración se ve en cada corte y en cada digresión temporal.

    La película de Dean Kavanagh merece mucho más que una crítica puesto que aquí hay un cineasta esencialmente preocupado por su oficio. El filme se centra en John Kline Jr., quien descubre unas viejas películas con las que decide iniciar su gran empresa. Este proyecto es el rodaje de su infancia a modo de crónica de un nacimiento no anunciado. Los actores contratados reviven la supuesta crueldad paterna y materna y, a partir de aquí, la película de Kavanagh comienza a extender sus esquejes formales, narrativos y retóricos por multitud de tierras: la experimentación abstracta, el crossmedia que conecta medios diversos y el puzle narrativo que nunca busca encajar piezas.

    En esencia, las coordenadas contemplativas y meditabundas de la película (una observación extrañada de atmósferas que se superponen en capas de montaje en cámara y posproducción) evolucionan de un ensimismamiento ambiguo que encapsula la obsesión de su protagonista a un creciente estado premonitorio empapado por el residuo neurótico de John. El paso de un estado a otro es donde Kavanagh despliega una simbiosis concienzuda entre formato y dramatismo. La obsesión de John salpica la imagen. El director jalona esta «estética de la paranoia» con un juego constante de formatos y medios. Hay un uso expresivo de los 8 y los 16 mm, muchas veces «corrompidos» con manchas y cicatrices en la película fruto de manipular deliberadamente el material para explorar formas de visibilizar el estado de conciencia alterado del protagonista. A estos formatos se suma el VHS cuya nieve analógica sitúa la locura en terrenos de una hauntología propia del found footage más experimental. También hay lugar para el trabajo multicámara con cámaras de vídeo digitales SD manipuladas incluso por los actores en un curiosísimo trampantojo de diarios filmados parasitados por los rizomas esquizoides del protagonista. Dentro de las técnicas se suceden las sobreimpresiones, la doble exposición y el juego con la distorsión de las lentes que, unido al montaje dinámico, demuestran un apabullante repertorio de soluciones formales.

    Esto en cuanto a los formatos, puesto que los medios también juegan una configuración fundamental en el mapa de texturas de Hole in the Head. En concreto, el trabajo de las secuencias dialogadas incluye la ruptura de la dinámica plano-contraplano a través de una organización del encuadre en distintos soportes: el soporte de la cámara que graba, el soporte catódico de televisores de visualización de previos repartidos por los espacios de rodaje de la mansión o la pantalla de las cámaras digitales. Kavanagh busca constantemente quebrar las imágenes para que toda la expresividad migre entre formatos y medios hasta que la imagen sea tan densa que ni siquiera el tiempo pueda escapar de ella. Todo este trabajo tiene un correlato en la labor sonora, pero sobre todo confiere a la película de una sensación de experimentación formal que lleva a lo narrativo. No se trata de recubrir la narración con un dispositivo más o menos expresivo, sino en emplear el dispositivo como generador de formas y sensaciones narrativas.

    Un filme inagotable al estudio que además reproduce un personaje paradigmáticamente desubicado. La inmolación psicológica de John Kline Jr. es el desvanecimiento de un ego que se escinde en todas las texturas visuales posibles. Ambigüedad e imaginería coliden la una con la otra en un encuentro inesperado pero fantástico. Como sucedía en La vida breve, el protagonista de Kavanagh, como el Juan María Brausen de Onetti, emplea la imaginación como pesquisa para hallar el sentido de una vida ordinaria solo para perderse finalmente en la imaginación que colinda con la locura. La ficción fagocita a la propia vida, pero es que además en Hole in the Head esta ficción corroe los lenguajes de la imagen hasta convertirlos en negativos revelados con ácido de curiosidad vampírica.


    Hole in the Head, Dean Kavanagh
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