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    Cine Alemán Siglo XXI

    Crítica | El horizonte

    Poner la cámara en la mirada

    Crítica ★★★☆☆ de «El horizonte», de Delphine Lehericey.

    Suiza, Bélgica, 2019. Título original: «Le milieu de l'horizon». Dirección: Delphine Lehericey. Guion: Joanne Giger, Roland Buti. Compañías productoras: Box Productions, Entre Chien et Loup, RTS - Radio Télévision Suisse, Teleclub AG, RTBF - Radio Télévision Belge Francophone. Fotografía: Christophe Beaucarne. Montaje: Emilie Morier. Reparto: Laetitia Casta, Luc Bruchez, Clémence Poésy, Thibaut Evrard, Fred Hotier, Patrick Descamps, Michaël Bier, Lisa Harder, Guillaume Lemarre. Duración: 92 minutos. Premios: Premios del Cine Suizo 2019: Mejor Película y Mejor Guion. 4 nominaciones.

    «No sabemos qué ocurre en su mente o en su corazón. No lo sabemos. Pero es lo que queremos descubrir cuando vamos a ver una película». El horizonte (Le Milieu de l'horizon), la última película de la cineasta suiza Delphine Lehericey (Comme à Ostende, Puppy Love o el documental Une Cheffe et son étoile), presentada en la última edición del Festival de San Sebastián, dentro de la sección Nuevos Directores, invita a que recordemos esta frase de The Souvenir, la última película de Joanna Hogg. La directora helvética pone la mirada en el mundo interior de los protagonistas, en los motivos, contrariedades y sentimientos que mueven sus comportamientos. Lo hace de tal modo que consigue que la historia que narra tenga una mayor complejidad de lo que apunta su trama en apariencia.

    El horizonte narra una época de la vida de la familia de Gus (Luc Bruchez), durante un caluroso verano de los años 70 en un pueblo del campo suizo, lugar en el que viven. El joven protagonista es un chico de 13 años, hijo de un granjero, y está en esa etapa de la vida en la que comenzamos a pensar que comprendemos lo que sucede a nuestro alrededor, cuando comenzamos a sentirnos unos extraños para los demás y para nosotros mismos; el tránsito de la niñez a la primera juventud. A través del enfoque a su mirada inquieta y errabunda sobre los conflictos que surgen en las vidas de las personas que le rodean y en la suya propia, la película narra ese período de crecimiento vital, su deseo y aprendizaje. La sequía provocada por la ola de calor no solo pondrá en peligro la economía familiar de modo coyuntural, sino que supondrá el derrumbe de todo un mundo: la aceleración del proceso de transición hacia un universo rural dominado por el capitalismo. Al tiempo, el proceso de liberación de las mujeres en el contexto de la segunda ola del feminismo también tendrá un impacto sobre las vidas de esta familia protagonista; pues la madre de Gus (una magnífica Laetitia Casta) también tratará de buscar y aprender a ejercer su libertad, y en ese proceso se enamorará de otra mujer: Cécile, interpretada por una también creíble y contenida Clémence Poésy, que, con su compartimiento e ideas de libertad, actuará como personaje desestabilizador de los cimientos tradicionales sobre los que se asienta la familia.

    De este modo, a partir de estas encrucijadas, Lehericey filma con sencillez y delicadeza una historia profunda, dotada de múltiples capas y conflictos de distinta índole. La película narra una época y un contexto concretos de nuestra historia colectiva reciente, pero también las historias íntimas de estos personajes, sus alegrías y tristezas secretas, su capacidad de amar y también herir a las personas que aman, las tensiones y cambios que se producen en sus vidas y cómo éstos ponen en cuestión esa vida que tienen, y con ello, a sí mismos, sus sentimientos, pensamientos, decisiones, ideas y posibilidades. Desde el comienzo, Lehericey captura las vicisitudes del entorno familiar desde el punto de vista de Gus; la cámara coloca en un primer plano la autobúsqueda personal, el anhelo de una voz propia en su entorno familiar, su deseo de liberarse de la opresión, inseguridades y carencias que siente en su vida. Pero también tiene fuerza y peso en el relato lo que queda en un segundo plano, lo que se sugiere y lo que hay fuera de campo: los misterios y contrariedades que toda relación afectiva alberga, las relaciones entre esos personajes y el mundo en el que viven, el vínculo entre lo interior y lo exterior, lo individual y lo colectivo.

    Le milieu de l'horizon, Delphine Lehericey.
    Nuevos Directores del Festival de San Sebastián | Elamedia Estudios.

    «De forma natural, sobria y contenida, a través del juego y el contraste con las ópticas, los planos, los espacios, la iluminación, los sonidos, los silencios y las elipsis, filma los motivos que mueven las acciones y actitudes de unos personajes a la deriva; sus matices, los miedos, deseos, dudas, incertezas, renuncias, arrepentimientos, debilidades, sentimientos ambivalentes y tensiones afectivas que surgen o se revelan en una situación de crisis a niveles distintos».


    A través de las posibilidades que tiene el lenguaje cinematográfico, de la narración de lo visible y lo invisible, Lehericey conforma una cinta ambigua y emocionante. Consigue reflejar sin condescendencia, sin idealismos ni maniqueísmos edificantes, el universo de sus roles; profundizar en la complejidad de los asuntos que narra. De forma natural, sobria y contenida, a través del juego y el contraste con las ópticas, los planos, los espacios, la iluminación, los sonidos, los silencios y las elipsis, filma los motivos que mueven las acciones y actitudes de unos personajes a la deriva; sus matices, los miedos, deseos, dudas, incertezas, renuncias, arrepentimientos, debilidades, sentimientos ambivalentes y tensiones afectivas que surgen o se revelan en una situación de crisis a niveles distintos. En El horizonte los acontecimientos suceden como suelen hacerlo en la vida real, sin demasiadas explicaciones, sin ser demasiado visibles, o sin que nosotros podamos comprenderlos o ser conscientes de ellos por completo al tiempo que ocurren. Gus aprende al tiempo que crece, y Delphine Lehericey recorre esa educación sentimental de manera lúcida, con sutileza y sensibilidad, sin artificios ni juicios fáciles, con sus espacios sombríos. La película llega al lugar del que parte y lo recorre: esa búsqueda personal que emprende el joven protagonista a través de su mirada.


    Júlia Olmo |
    © Revista EAM / Madrid


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