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    Cine Alemán Siglo XXI

    Mississippi Grind: la última apuesta

    Mississippi Grind: la última apuesta

    Anna Boden, Ryan Fleck, 2015.

    Estados Unidos, 2015. Dirección: Anna Boden, Ryan Fleck. Guion: Anna Boden, Ryan Fleck. Compañías: A24, Sycamore Pictures, Electric City Entertainment. Música: Scott Bomar. Fotografía: Andrij Parekh. Reparto: Ryan Reynolds, Ben Mendelsohn, Sienna Miller, Analeigh Tipton, Robin Weigert, Alfre Woodard, Stephanie Honore, Jane McNeill, Indigo, Teri Wyble, Wes Lagarde, Hunter Burke, Christopher Heskey, Jason Davis. Duración: 108 min.

    Desde que emergió al proscenio del Grand Hall de Karlovy Vary, Ben Mendelsohn demostró que era todo carisma. Probablemente con alguna copa de más, no paró de reverenciar y utilizar todos los recursos gestuales posibles para hacer reír al público checo. Lo que no sabía este es que, en realidad, el actor y sus personajes son idénticos: estrafalarios, desfasados y con ese gesto que roza el exceso. Es por ellos que sus roles se mueven entre los márgenes, siempre envueltos en un pasado encriptado que solo aparece en instantes concretos –véase, por ejemplo, en Cruce de caminos y algunas de las interacciones con Dane DeHaan—. Caracteres malditos a los que la vida les concedió una segunda y tercera oportunidad y no pudieron, o no quisieron, aprovecharla.

    En Mississippi Grind, que en España se tituló La última apuesta, Mendelsohn encarna a Gerry. Esa clase de tipo que nació en una barra de un bar y que ejerce de relaciones públicas improvisado del establecimiento en cuestión. Gerry es un amante del juego. Es un habitante de todo tipo de casas de apuestas: desde casinos online hasta la sala de juego improvisada más cochambrosa. El azar es su único medio para sobrevivir a una vida que, con los años, se hace más dura y compleja. Como una extensión de sí mismo, del clásico perdedor, Mendelsohn desborda la pantalla, haciendo creíbles cada uno de los ademanes que retratan el fracaso en vida de un hombre que tiene como único asidero del sonido de los dados sobre el tapete.

    La llegada a su vida de Curtis (Ryan Reynolds) supondrá la espoleta en el intento de cambiar su destino. Curtis es todo lo que fue Gerry pero también lo que anheló ser este. Su atractivo, su carisma y carácter indomable son elementos irresistibles para el protagonista, que ve en él el socio perfecto para intentar el viraje de una existencia que se ha tornado insostenible. Así, estos dos jugadores itinerantes marcharán a Nueva Orleans en busca de una quimera que quedará en un segundo plano, ya que lo que realmente importará, como una constante en su vida, será el propio trayecto.

    Esta historia de camaradería que se presentó en el Festival de Sundance y tuvo un exiguo recorrido por el circuito de festivales y las carteleras europeas, nos aproxima a una fase primigenia del que hoy es el estudio independiente más importante: A24. En el filme se vislumbran algunas de las máximas de la productora: que van desde la estética hasta, ya en lo narrativo, el reflejo de la contemporaneidad partiendo de una realidad en su más mínima expresión. Anna Boden y Ryan Fleck –este segundo firmante de la magnífica Half Nelson—, parte importante en la actualidad del universo televisivo estadounidense, dirigen con tino este trabajo que se mueve, como sus protagonistas, a contramarcha, y que contiene todos esos aciertos que en algún momento hicieron del indie norteamericano un referencia en el espectro autoral.

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