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    Crítica | Una joven prometedora


    La venganza se sirve fría

    Crítica ★★★★☆ de «Una joven prometedora», de Emerald Fennell.

    Estados Unidos, 2020. Título original: «Promising Young Woman». Director: Emerald Fennell. Guion: Emerald Fennell. Productores: Tom Ackerley, Ben Browning, Emerald Fennell, Ashley Fox, Josey McNamara, Margot Robbie. Productoras: Filmnation Entertainment, Focus Features, LuckyChap Entertainment (Productor: Margot Robbie) (Distribuidora: Focus Features). Fotografía: Benjamin Kracun. Música: Anthony B. Willis. Montaje: Frédéric Thoraval. Reparto: Carey Mulligan, Bo Burnham, Alison Brie, Connie Britton, Adam Brody, Jennifer Coolidge, Laverne Cox, Clancy Brown, Alfred Molina, Christopher Mintz-Plasse, Molly Shannon.

    On the Rocks (Sofia Coppola), Una noche en Miami (Regina King), Nomadland (Chloé Zhao), Emma (Autumn De Wilde), Nunca, casi nunca, a veces, siempre (Eliza Hittman), The Assistant (Kitty Green), First Cow (Kelly Reichardt), Kajillionaire (Miranda July) ... cuesta recordar un año en el que las mujeres directoras tuviesen tanta presencia en una carrera de premios. Atrás van a quedar décadas en las que realizadoras como Jane Campion o Kathryn Bigelow supusieran escasas excepciones de representación femenina en la categoría de mejor dirección, tanto en los Globos de Oro como en los Oscars, ya que 2021, a pesar del momento crítico que está atravesando la industria del espectáculo como consecuencia del covid, tiene muchas posibilidades de ser ese punto de inflexión en el que, por primera vez, podría haber más mujeres nominadas que hombres. Emerald Fennell, hasta ahora conocida por su faceta de actriz en, por ejemplo, The Crown, donde da vida a Camilla Parker Bowles, también ha dado el salto a la dirección con resultados sobresalientes. Una joven prometedora, su debut, destaca, ante todo, por la amalgama de géneros en la que se mueve. El incisivo guion, obra de la misma Fennell, destaca por el prodigioso equilibrio que logra entre la comedia (muy) negra, el thriller de venganzas de toda la vida y el drama con fuerte carga de denuncia contra las conductas machistas (ojo, no solo por parte de los hombres) en la sociedad. Con este libreto, la incipiente directora demuestra tener un sentido del humor ácido y muy inteligente, así como una increíble mala baba para el dibujo de sus personajes, incluido el de su peculiar protagonista, esa antigua joven prometedora que da título a la película. En efecto, la suya podría ser catalogada como la obra más radicalmente feminista del año, digna consecuencia del movimiento #MeToo, y lanza sus envenenadísimos dardos, sin piedad, no únicamente contra los depredadores sexuales, sino también contra todas esas personas que, de manera indirecta, contribuyen a silenciar sus conductas abusivas hacia la mujer, ya sea mirando hacia otro lado o tratando de justificarlas con argumentos absolutamente vomitivos.

    ¿A qué viene el título de Una joven prometedora? Eso es lo que, de cara a la sociedad, era Cassie. Una muchacha hermosa, inteligente y con inquietudes. Sus altas notas en la universidad le auguraban un futuro espectacular en la medicina, pero todas esas expectativas se vieron truncadas a raíz de un terrible “incidente” que vivió su mejor amiga, Nina, víctima de los bajos instintos sexuales de unos compañeros de estudios. Desde aquel momento, la vida de Cassie cambia por completo y ahora malgasta su potencial trabajando en una cafetería mientras su mayor (por no decir única) motivación es la de servir de azote a todos esos hombres que se aprovechan de las mujeres, a través de una particular cacería de depravados. Para ello, recorre locales nocturnos, fingiendo pasarse con las copas para así captar a esos hombres que se llevarían a casa a una mujer ebria para, aprovechando su estado desvalido, mantener relaciones sexuales con ella. La bochornosa secuencia que abre la cinta no puede ser más ilustrativa hacia lo que pretende contar. Un grupo de hombres, bailando en una discoteca, realizan unos contoneos pélvicos que pretenden ser sexis (algo así como una suerte de exaltación de su masculinidad), mientras que un más reducido grupo de amigos, desde la barra del bar, se percata de la presencia de una chica casi desmayada por la ingestión de alcohol en un sofá. Después de soltar por sus bocas frases tan típicas como “¡qué vergüenza, cómo ha llegado a ese estado!” o “¿qué clase de amigas dejan a una mujer sola en ese estado?”, uno de ellos se presta “caballerosamente” a rescatarla del local, pero, en realidad, lo que hace es llevarla a su apartamento para tratar de acostarse con ella. Este prólogo antecede a una imagen ya icónica del cine de 2021, la de una Cassie triunfante, caminando por la calle con las manos manchadas del ketchup que chorrea desde el perrito caliente que se está comiendo, al son del “It´s Raining Men”. Fennell no ha podido encontrar una manera más brillante de presentar a su protagonista, un personaje bombón que ha servido para que Carey Mulligan, extraordinaria actriz algo encasillada en roles intensos y dramáticos, explore nuevos registros que la acercan más a la comedia. Sarcástica, irreverente, sexy, esta nueva versión de una intérprete que lleva buscando su Oscar desde que nos enamorara en An Education (Lone Scherfig, 2009) es todo un acierto.

    Promising Young Woman, Emerald Fennell.
    Una de las sorpresas de Sundance 2020 que aspira a brillar en el 2021.


    «Pocos finales del cine reciente son capaces de dejar la sonrisa del espectador congelada en el rostro como lo consigue esta magnífica ópera prima, verdaderamente rompedora, electrizante y trascendente, que no deja de sorprender a la audiencia con continuos e imprevisibles volantazos de guion. La directora sale airosa de su complicado reto de abordar cuestiones tan polémicas y dolorosas con un tono tragicómico que, en ningún momento, resta impacto al fondo de lo que cuenta ni banaliza sobre ello. Una de las mejores películas del año».


    Una joven prometedora es un filme que no teme llevar al extremo sus planteamientos y que, cada vez que parece que va a acabar sucumbiendo a las reglas de la comedia romántica tradicional, siempre encuentra un nuevo giro de guion que la mantiene en su visión pesimista y nada complaciente de la sociedad. Una sociedad en la que los antiguos abusadores de la universidad se convierten en ilustres doctores y se casan con despampanantes modelos de bikini; las reinas de la popularidad de las aulas, aquellas que miraban por encima del hombro al resto de sus compañeras sin mostrar un ápice de “solidaridad femenina” hacia ellas, hoy tratan de pasar por madres perfectas en matrimonios idílicos: los abogados defienden a criminales sexuales, aun siendo conscientes de su culpabilidad, y pueden mirar a los ojos a sus esposas e hijas; o las personas que dirigen los centros académicos de élite prefieren ignorar los actos deshonrosos que pasan entre sus cuatro paredes con el único motivo de salvaguardar la buena imagen pública de la institución. Y ahí está Cassie para impartir justicia sobre toda esta fauna de personajes hipócritas y podridos, que disfrazan de falsa amabilidad y frivolidad su absoluta falta de valores morales. El guion de Fennell no se pliega a concesiones a la galería y, sin miedo a caer de lleno en lo políticamente incorrecto, dibuja a todos y cada uno de sus personajes masculinos de manera, por decirlo suavemente, poco condescendiente, salpicando incluso a ese Ryan (Bo Burnham) que se presentaba como interés sentimental de la protagonista, haciendo gala de unos requisitos como galán atento y divertido que ella creía extinguidos. La venganza de Cassie es un viaje sin retorno donde no cabe la posibilidad de vuelta atrás. Una huida hacia adelante en la que está dispuesta a llegar hasta las últimas (ultimísimas) consecuencias para consumar su plan maestro. De hecho, pocos finales del cine reciente son capaces de dejar la sonrisa del espectador congelada en el rostro como lo consigue esta magnífica ópera prima, verdaderamente rompedora, electrizante y trascendente, que no deja de sorprender a la audiencia con continuos e imprevisibles volantazos de guion. La directora sale airosa de su complicado reto de abordar cuestiones tan polémicas y dolorosas con un tono tragicómico que, en ningún momento, resta impacto al fondo de lo que cuenta ni banaliza sobre ello. Una de las mejores películas del año.


    José Martín León |
    © Revista EAM / Madrid


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