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    Crítica: «La profesora de piano»

    Soledad en todas las generaciones

    Crítica ★★★☆☆ de «La profesora de piano», de Jan-Ole Gerster.

    Alemania, 2019. Dirección: Jan Ole Gerster Guion: Blaz Kutin Productoras: Arte Deutschland TV / Bayerischer Rundfunk (BR) / Filmförderungsanstalt (FFA) / Leuchtstoff / Mediendboard Berlin-Brandenburg / Rundfunk Berlin-Brandenburg (RBB) / Schiwago Film / Studiocanal Film. Fotografía: Frank Griebe. Montaje: Guillaume Guerry, Isabel Meier. Música: Arash Safaian. Diseño de producción: Kade Gruber. Dirección artística: Francis Kiko Soeder. Vestuario: Anette Guther. Reparto: Corinna Harfouch, Tom Schilling, Rainer Bock, Volkmar Kleinert, Gudrun Ritter, Kathleen Morgeneyer, Mala Emde, Maria Dragus, Johann von Büllow, Edin Hasanovic. Presentación: Festival de Karlovy Vary. Duración: 98 minutos.

    Se da en el cine germano de la última década una constante cuando menos curiosa, pero sobre todo preocupante: tras llamativos debuts de directores que en muchos casos presentan una mirada propia e interesante, vemos cómo la filmografía de bastantes de ellos se estanca, incluso llegando a no presentar, al menos hasta la fecha, un segundo trabajo que confirme la solvencia del primero, como Sarah-Judith Mettke (Transpapa, 2012), Frauke Finsterwalder (Finsterworld, 2013), o Timm Kröger (El concilio de los pájaros, 2013); y si lo hacen, muchos de ellos prefieren recurrir a la comodidad del terreno televisivo: es el caso de Sabine Bernardi (Romeos, 2011), Pola Beck (Nuevos horizontes, 2012), Lars-Gunnar Lotz (Culpables son los otros, 2012), o Sebastian Ko (Wir monster, 2015). Parecía que algo así suceder también con Jan Ole Gerster, lo cual resultaba aún más chocante tras un debut tan celebrado como Oh Boy, obra canónica del conocido como Joven Cine Alemán del Siglo XXI, formado por directores que tratan problemas relacionados con la juventud contemporánea, y ganadora entre muchos otros de seis Premios del Cine Alemán, y el Discovery en los Premios de Cine Europeo. Y es que su segundo largometraje, La profesora de piano (no confundir con la retorcida La pianista -2001- de Michael Haneke, pese a tener también una protagonista muy huppertiana), no solo tardó siete años en ver la luz, sino que aun habiendo tenido un muy buen estreno en el Festival de Karlovy Vary, obteniendo los premios de mejor actriz, el Especial del Jurado, y el del Jurado Ecuménico, ha pasado en general algo desapercibido. Con un guion en esta ocasión ajeno, del artista multifacético esloveno Blaz Kutin, Gerster imprime sin embargo un satisfactorio sello autoral a nivel temático y formal.

    La profesora de piano se desarrolla de nuevo en un solo día en Berlín, aunque sin una intencionalidad de hacer a la capital alemana tan protagonista como en la anterior cinta de Gerster. La acción se centra en Lara (quien da el nombre original a la película), una mujer frustrada y asocial que cumple 60 años y trata de recuperar el contacto con su hijo Viktor, un pianista de éxito en el que ha volcado todas las ambiciones que ella no cumplió y que la han condenado a una vida vacía y sin aspiraciones. Una obsesión similar a la que veíamos en la también estrenada en nuestro país La audición (2019) de Ina Weisse, de la cual la cinta a la que nos referimos podría funcionar como una especie de secuela espiritual. De este modo, si Oh Boy tenía toques cómicos dentro de un conjunto melancólico, aquí Gerster ya se decanta por el drama total, lo cual también se refleja en unos personajes fríos y asépticos, pero ahondando una vez más en esa incapaz de salir del estancamiento en el que uno mismo se ha introducido. El realizador se manifiesta pues ya no tanto como un autor generacional, sino como un retratista de la soledad a cualquier edad. También se le reconoce en cada fotograma gracias a un cuidado formal que ya no solo es un cúmulo de referencias bien gestionado, sino una mirada totalmente personal a través de planos equilibrados y simétricos, casi como cuadros planeados siempre para evidenciar que la incapacidad de Lara de relacionarse de manera normal queda aún más de manifiesto cuando está rodeada de gente. No en vano, la fotografía corre a cargo de Frank Griebe, habitual de Tom Tykwer, mientras que el diseño producción es de Kade Gruber, al que hemos podido disfrutar en los estilizados trabajos de Christian Petzold.

    Lara, Jan Ole Gerster.
    Sección oficial del Festival de Karlovy Vary.

    «La profesora de piano es una obra madura, estudiada, e intensa por momentos, pero demasiado desapasionada como para enamorar como lo hacía Oh Boy». 


    También de nuevo la cinta se sustenta sobre un intérprete constantemente en plano, en este caso Corinna Harfouch, que integra a la perfección la sequedad del carácter de Lara, el cual la aleja de todos. Sus forzosos e incómodos encuentros con diversos personajes a lo largo de la narración (a quienes dan vida desde nombres emblemáticos del cine alemán como Gudrun Ritter o Volkmar Kleinert, a jóvenes talentos como Maria Dragus, Mala Emde o Edin Hasanovic) están inscritos de manera más orgánica en el desarrollo de la historia que en el primer filme de Gerster. Destacan sobre todos los que tiene con su hijo, encarnado por el actor al que encumbró el director, Tom Schilling, quien hace pocas apariciones en escena, pero cuya presencia influye en todo el metraje. Schilling una vez más desarma con un trabajo basado sobre todo en la mirada, desesperada en su búsqueda de aprobación por parte de su madre. La profesora de piano es una obra madura, estudiada, e intensa por momentos, pero demasiado desapasionada como para enamorar como lo hacía Oh Boy. Si frente al drama de Niko, el veinteañero protagonista en crisis de ésta última, experimentábamos la empatía de quien se reconoce en problemas universales, aquí el comportamiento de Lara causa rechazo en la mayoría de las ocasiones. Y para cuando entendemos su tragedia, ya es demasiado tarde para reconciliarnos con ella, sintiendo más lástima por ese hijo manipulado que nunca llegará a ser feliz | ★★★☆☆


    Sofía Pérez Delgado |
    © Revista EAM / Madrid


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