Festival Ibérico
2ª Sesión oficial de Cinema Cortometrajes.
Cuando todavía no nos hemos recuperado de algunos de los trabajos de la primera sesión del martes, toca desmenuzar un segundo bloque en el que la heterogeneidad de las propuestas rompe los estereotipos en un desigual choque entre el cine de denuncia, a la hora de tratar temas de actualidad o polémicos y el cine de género, con cortometrajes llenos de virtuosismo estético y bagaje artístico.
Hopes (Raúl Monge, 2019), es una pequeña muestra de cine experimental que tiene como finalidad conducirnos por la gravedad del fantástico. Su puesta en escena adopta el formato neorrealista, con un enigmático uso del blanco y negro y una narración espectral, que aturde y desconcierta al espectador. A caballo entre el drama social y la ciencia ficción filosófica y existencial de los primeros trabajos de directores importantes como Christopher Nolan (Following), o Darren Aronofsky (Pi, fe en el caos), el corto de Monge adquiere el papel de un puzle figurativo.
El llamado cine de denuncia se topa en numerosas ocasiones con problemas de estructura visual que chocan con las bases de sus guiones o historias. Moros en la costa (Damiá Serra Cauchetiez, 2019), y No me despertéis (Sara Fantova, 2019) son fruto de los estilos mecánicos y homogéneos de la productora Escac films que fomenta y da oportunidad a alumnos surgidos de la escuela de cine catalana. No solo yo, sino otros críticos, profundizan en los errores de cálculo de un cine que abusa de clichés y de gestualidad visual para abordar temas de interés social o político. Tanto uno como otro cortometraje se esfuerzan en contarnos historias profundas, con puntos de vista contrarios. Moros en la costa habla de los problemas de clases, al presentar a un chico árabe de clase humilde que acude a un barrio de gente adinerada para verse con otro chico que ha conocido a través de una red social o página de citas. El realizador irrumpe de entrada con un tono ligero que poco a poco va tornando en angustia y tragedia. El problema es lo aséptico de su narrativa, sin dar con la tecla exacta de un estilo definible y sobre todo atrayente. No me despertéis se atreve con una temática espinosa y muy interesante. Ambientada en Bilbao en el año 2009, vemos a una adolescente que deberá afrontar el clima abertzale de sus compañeros de instituto mientras su padre se coloca en el otro lado ideológico asumiendo un nuevo cargo político. La directora cae de lleno en el síndrome de los planos de nucas y cogotes, con esa manía de ponerse detrás de los personajes, siguiendo el esquema indie de finales de los noventa. Los planos cerrados y la cámara al hombro intentan, con mayor o menor fortuna, integrarnos en la mirada de la protagonista pero acaba por ser un ejercicio irregular, algo desganado, en donde la concienciación prima sobre el resto de los apartados.
▼ La noria, de Carlos Baena.
Adoro los musicales, especialmente los que transitan por los gestos románticos de las luces y colores de la noche. Rio Entre As Montanhas (José Magro, 2018), da forma a una bellísima película construida a modo de poema retórico, filmada en dimensiones plenamente musicales. Producción portuguesa hablada en chino con actores orientales mira a la ciudad, a sus calles, edificios con texturas parecidas a los musicales de Jacques Demy, como si el concepto de ciudad del director de Los paraguas de Cherburgo se hubiera teñido de una placentera armonía oriental. Una obra inundada de metáforas, un utópico paseo nocturno en motocicleta bajo la lluvia, que afronta ambiciones mayores envuelto en una delicadeza formal alucinante. Magro hace referencia al amor adolescente, y lo utiliza de anclaje para buscarle sentido a las grandes cosas de la vida. Una obra maestra que convierte ideas abstractas en un cine exquisitamente depurado. Una honda reflexión acerca del viaje iniciático del hombre y su afinación musical con el paisaje que le rodea.
La noria (Carlos Baena, 2018), es una cinta de animación concebida como panegírico al cine de terror, en especial a las pesadillas surgidas de la mente del oscarizado Guillermo del Toro. Los creadores indagan en el subconsciente infantil sacando a flote sus miedos y frustraciones. El protagonista es un niño que intenta montar el mecano de una noria antigua que pertenecía a su padre fallecido. La ausencia y el dolor del niño queda de manifiesto en la rabia e impotencia, surgiendo una serie de criaturas, con trazos y diseños parecidos a los vistos en El laberinto del fauno, Mamá o La cumbre escarlata, cuyo propósito no será el que parece. La noria es un ejercicio de estilo, un cortometraje con formidable poder de sugestión y que además cuenta con el valor añadido de la preciosa banda sonora del compositor sueco Johan Soderqvist.
Para terminar, mencionar el emocionante homenaje que brinda Nevoeiro (Daniel Veloso, 2018) [*Imagen de cabecera], a la resistencia antifascista en la Portugal del gobierno de Salazar. Los protagonistas se preparan para organizar una huelga contra los “salarios del hambre”, el realizador indaga en la idea de revolución del pueblo obrero, en una pieza de cámara rodada en tonos apagados, grises, de colores invisibles, obra del director de fotografía Paolo Menezes, próxima estéticamente al neorrealismo europeo de los años 50 y de contenido afín al cine político de los años 70. El colofón lo pone el corto White (David Moya, 2018), que al estar rodado en inglés subraya la apariencia de sketch humorístico a lo Monty Python. Una divertida disertación de los privilegios del hombre blanco en el mundo civilizado, que toca el tema del racismo con un suspicaz y absurdo sentido del humor. Dos propuestas radicalmente distintas que sin embargo nos dan una idea concreta de la cuantiosa variedad temática y geográfica de esta vigésimo quinta edición del festival.
David Tejero Nogales
© Revista EAM / Festival Ibérico de Badajoz
▼ Rio Entre As Montanhas, de José Magro.