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    Crítica | Wonder

    Tolerancia en tiempos crueles

    Crítica ★★★ de Wonder (Stephen Chbosky, Estados Unidos, 2017).

    En 1985, el siempre interesante Peter Bogdanovich nos regaló en Máscara la historia de Rocky (Eric Stolz), un chico aquejado de una grave enfermedad que le hacía tener una gran deformidad en su cráneo, al que su madre (Cher) trataba de proteger de la crueldad de un mundo que tiende a dar de lado a lo diferente, pero, a la vez, luchaba para que tuviese las mismas oportunidades que el resto de jóvenes de su edad. Aquel drama gozó de gran éxito de público y crítica, dignificando un género (el que gira en torno a enfermedades y cómo enfrentarse a ellas) tan denostado como propenso a entregar títulos maniqueos y sentimentaloides, ya que evitaba, en todo momento, caer en la lágrima fácil. Wonder (2017), la adaptación cinematográfica de la novela juvenil de R.J. Palacio La lección de August, publicada en 2012, sería otro notable ejemplo de cómo deben ser tratados estos temas en la gran pantalla. Que el director elegido para llevarla a cabo haya sido Stephen Chbosky ya era una garantía de calidad, teniendo en cuenta el maravilloso trabajo que realizó con su agridulce retrato de la adolescencia en Las ventajas de ser un marginado (2012), uno de los títulos indies más premiados de los últimos años. De esta forma, el cineasta ya estaba familiarizado con los personajes diferentes, esos "bichos raros" a los que les cuesta encajar dentro de la sociedad, demostrando un gran amor hacia ellos. Wonder podría haber sido el enésimo melodrama prefabricado por Hollywood que toca todos los resortes habidos y por haber para tocar la fibra sensible del espectador sin ningún tipo de piedad, pero, por fortuna, su estilo y sus aspiraciones son bien diferentes. No pretende acercarse a la innegable dura realidad de su protagonista, ese pequeño August de rostro deforme, de un modo tremendista o manipulador, sino que lo hace impregnando al relato de un saludable optimismo.

    August es un niño con los sueños y aficiones propias de cualquier chaval de diez años. Fantasea con llegar a ser astronauta, es fanático de la saga Star Wars y le encantan las ciencias. Pero, al mismo tiempo, es un niño distinto. Una deformidad facial que le hizo pasar por distintas operaciones cuando era solo un bebé le marcó para siempre. Jamás ha ido a la escuela y ha estado sobreprotegido por su madre, que se ha ocupado de su educación en casa, hasta que esta considera que ha llegado la hora de que el pequeño se relacione con otros chicos de su edad. Wonder aprovecha la circunstancia del ingreso de August a la escuela para hablarnos de temas tan didácticos como la integración, la aceptación de la diferencia, la empatía y la compasión. Valores que nunca están de más enseñar, ya sea en colegios o a través de una pantalla de cine, ya que, no hay que olvidar que este, además de ser un arte, también puede servir como herramienta para concienciar y educar. La historia podría haber incurrido fácilmente en el melodrama lacrimógeno (el bullying es otro de los temas que se tocan), pero el guion de Steve Conrad y Jack Thorne sabe darle un tono optimista y positivo a la personalidad de August, todo un ejemplo de superación. Jacob Tremblay, aquel pequeño prodigio que nos cautivó en La habitación (Lenny Abrahamson, 2015), vuelve a demostrar una capacidad innata para traspasar la pantalla, aun cuando su interpretación corría el riesgo de desaparecer bajo las capas de maquillaje y una elaborada caracterización. Pero la sorpresa (si no se ha leído el libro) es que Wonder no es un filme que gire exclusivamente alrededor de su personaje, sino que se revela como una historia coral en la que se van alternando, a modo de capítulos individuales, los distintos puntos de vista del resto de personajes que conforman el entorno de August, mostrándonos cómo influye en cada uno de ellos la especial circunstancia del niño.

    «No hay en Wonder nada que no hayamos visto en otros títulos anteriores con niños marginados por diferentes motivos, pero se agradece que sea un producto distinguido y elegante en su género, muy bien interpretado y con una perfecta combinación entre drama y humor que hace que la cinta tenga una calidez especial que impide que no se precipite hacia terrenos pantanosos más de lo recomendable».


    Así, conoceremos a una madre, Isabel (maravillosa Julia Roberts, conservando esa perenne sonrisa que enamoró al mundo en los 90), que ha aparcado su vida profesional para dedicarse en cuerpo y alma a la protección de August; a un padre con complejo de Peter Pan (a la medida de los registros más tragicómicos de Owen Wilson), y, sobre todo, una hermana mayor (Izabela Vidovic) que no puede evitar sentirse en un segundo plano dentro de la familia, por lo que vive sus particulares dramas (su mejor amiga le da la espalda de la noche a la mañana, conoce el primer amor) en soledad, sin nadie que la escuche, ya que sus problemas podrían considerarse nimios en comparación con los de su hermano. Wonder realiza un delicado retrato de los miembros de la familia, que se hace extensible a otros secundarios que, en un principio, podrían parecer los más desagradecidos de la historia (la "superficial" amiga de la hermana, el amigo "traidor" de August, los compañeros abusones), pero que finalmente acaban redimidos por sus propios conflictos personales. Este exceso de bondad y "buenrollismo" –¡ojalá todos los directores de colegio tuvieran la empatía y sentido de la justicia del interpretado por Mandy Patinkin!– contribuye a que la película sea ideal para ser disfrutada por niños y mayores, destacando como un bonito canto a la amistad y a la tolerancia. Chbosky ha facturado una obra menos compleja y madura que su ópera prima, ya que se mueve más por el corazón que por el cerebro, y se muestra más apegada a las concesiones comerciales que aquella. En honor a la verdad, no hay en Wonder nada que no hayamos visto en otros títulos anteriores con niños marginados por diferentes motivos –el gigantón protagonista de Un mundo a su medida (Peter Chelsom, 1998), el diminuto muchacho de El inolvidable Simon Birch (Mark Steven Johnson, 1998)–, pero se agradece que sea un producto distinguido y elegante en su género, muy bien interpretado y con una perfecta combinación entre drama y humor (simpatiquísimos los momentos en los que August se evade de la realidad interactuando con Chewbacca en sus ensoñaciones) que hace que la cinta tenga una calidez especial que impide que no se precipite hacia terrenos pantanosos más de lo recomendable, aunque algún ingrediente (todo lo que concierne a la fiel perrita de la familia) sí invite a soltar alguna lagrimita. | ★★★ |


    José Martín León
    © Revista EAM / Madrid


    Ficha técnica
    Estados Unidos. 2017. Título original: Wonder. Director: Stephen Chbosky. Guion: Steve Conrad, Jack Thorne (Novela: R.J. Palacio). Productores: David Hoberman, Todd Lieberman. Productoras: Lionsgate / Mandeville Films / Participant Media. Fotografía: Don Burgess. Música: Marcelo Zarvos. Montaje: Mark Livolsi. Dirección artística: Kendelle Elliott, Brad Goss. Reparto: Jacob Tremblay, Owen Wilson, Julia Roberts, Izabela Vidovic, Mark Dozlaw, Mandy Patinkin, Noah Jupe, Bryce Gheisar, Elle McKinnon, Daveed Diggs, Rukiya Bernard.


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