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    Crítica | Fast & Furious 7

    Fast & Furious 7

    Superhéroes al volante

    crítica a Fast & Furious 7 (Furious, James Wan, 2015)

    Pocas sagas del cine americano pueden presumir de haber llegado a su séptima entrega sin dar síntoma ninguno de desfallecimiento artístico ni comercial. Al contrario, Fast & Furious es un curioso ejemplo de serie que ha ido de menos a más, reinventándose desde una modesta primera entrega en la que el leitmotiv era las carreras ilegales callejeras de coches de lujo. Catorce años después de ese primer encuentro entre el policía infiltrado Brian O´Conner (Paul Walker) y el líder de la banda de ladrones Dominic Toretto (el carismático Vin Diesel), la historia se ha transformado en una especie de Los mercenarios (Sylvester Stallone, 2010) sobre ruedas en donde cada película lleva a sus personajes a una misión más peligrosa e imposible que la anterior, a lo largo de todo el globo terráqueo. La entrada del director Justin Lin en A todo gas: Tokyo Race (2006), tercer episodio que funcionaba como pieza suelta (o no tanto) de la trama original, supuso el principio del reverdecer de la franquicia como una de las que más fieles espectadores arrastra en los últimos tiempos (con permiso de Michael Bay y sus Transformers). A partir de la estupenda Fast & Furious: Aún más rápido (2009), las películas de la saga no han conocido límites a la hora de ofrecer las persecuciones automovilísticas más increíbles, las peleas cuerpo a cuerpo más cafres o los destrozos más apocalípticos del cine de acción del nuevo milenio. Conscientes en todo momento de la desconexión total de sus guiones con las leyes de la lógica y la gravedad, sus responsables han sabido llevar a rajatabla aquello del “más difícil todavía”, superándose con cada nueva entrega y llegando a Fast & Furious 7 con unas expectativas de la audiencia por las nubes, fomentadas, en parte, por la muerte de su estrella y coprotagonista Paul Walker cuando aún no había concluido su rodaje.

    La historia comienza justo donde acabó la sexta cinta, con la aparición del nuevo villano encarnado por Jason Statham –por si no había suficiente testosterona, aquí llega el sucedáneo de Bruce Willis a repartir estopa– clamando venganza contra Toretto y su pandilla por haber dejado fuera de juego a su hermano (el otro antagonista encarnado por Luke Evans en aquella). Un nuevo malo a la altura de las circunstancias, duro y letal, que comienza una cacería sin tregua que hace que los protagonistas deban de unir de nuevo sus fuerzas para hacerle frente, ayudados por un agente del gobierno y una guapa hacker que posee un dispositivo capaz de rastrear personas en cualquier lugar del mundo en cuestión de pocos minutos. Estas dos incorporaciones al pequeño universo de Fast & Furious están interpretadas por el veterano Kurt Russell, que vuelve a la acción de sus mejores tiempos tras verse marginado de esas reuniones de viejas glorias de Los mercenarios, y Nathalie Emmanuel, que viene a suplir la baja de Gal Gadot en la sexta aventura como guapa oficial de la franquicia. Por lo demás, prosiguen las tramas amorosas y familiares entre los protagonistas: O´Conner y su esposa (una Jordana Brewster cada vez menos involucrada en la acción), embarazada por segunda vez, tratando de llevar una vida “normal” al margen del mundo del crimen, y Dom haciendo lo imposible para que Leticia Ortiz –imposible no sonreír cuando oyes el nombre del personaje de Michelle Rodriguez– recupere del todo la memoria perdida en los incidentes de capítulos anteriores. Estos conflictos dramáticos, pese a no ser el colmo de la profundidad o la sutileza, son claves para el éxito de la serie, ya que, bajo su carrocería de blockbuster palomitero y ruidoso, esconde bastante corazón gracias a los arraigados valores sobre la familia, la camaradería y la lealtad que sus personajes prodigan, siendo Dominic Toretto una especie de figura patriarcal que protege a muerte a todos los integrantes de esta particular familia disfuncional. Esta sensibilidad masculina queda perfectamente definida en el emotivo epílogo de la cinta, un sentido homenaje a la figura del desaparecido Walker capaz de despertar el aplauso del público asistente al cine de manera cómplice y espontánea y que dice mucho más que cualquier crítica (positiva o negativa) que se le pueda hacer al producto.

    Fast & Furious 7

    James Wan, ese director que tanto ha hecho por el cine de terror en los últimos años gracias a éxitos como Saw (2004), Insidious (2010) o Expediente Warren (2013), toma el relevo de Lin tras las cámaras sin que los resultados se resientan lo más mínimo. Wan demuestra también una excelente mano para rodar las escenas de acción, en general, y las luchas cuerpo a cuerpo, en particular. Así, el brutal enfrentamiento entre Dwayne Johnson y Jason Staham en la comisaría está rodado con unos movimientos de cámara vertiginosos y muy originales, de gran virtuosismo técnico. Por su parte, Michelle Rodriguez tiene una pelea con un puñado de aguerridas guardias de seguridad en la escena de la fiesta que en nada tiene que envidiar en salvajismo a su aquel memorable encontronazo con Gina Carano en la película anterior. Pese a la acumulación de personajes y situaciones extremas –esto se parece cada vez más a una reunión de superhéroes tipo Los Vengadores (Joss Whedon, 2012) en la que Dwayne Johnson sería su particular Hulk (no por casualidad, su personaje ve la serie de Lou Ferrigno por televisión en uno de los momentos del filme), capaz de reventar una escayola con su propio músculo–, todos y cada uno de los actores tienen su momento de lucimiento. Paul Walker y Vin Diesel continúan siendo los maestros de ceremonia, desprendiendo esa química ideal de toda buddy movie que se precie, mientras que Michelle Rodriguez ejemplifica a la perfecta heroína de acción capaz de salir de las mayores palizas sin un solo rasguño, y Tyrese Gibson pone, con gran acierto, la nota cómica, sobre todo en aquel divertido momento de los coches lanzándose en paracaídas desde un avión sobre Azerbaiyán. Una escena que puede resultar exagerada –las licencias fantásticas son, como ya sabemos, infinitas–, pero que se queda corta en comparación con otras proezas tales como ese suicida salto doble del coche entre rascacielos en su pasaje de Abu Dabi, o la destrucción masiva durante el enfrentamiento final a través de las calles de Los Ángeles, más propio de una entrega de Transformers que de un filme de acción al uso.

    Fast & Furious 7 funciona, una vez más, como espectáculo carente de prejuicios y complejos, visualmente prodigioso. Pese a ser un tipo de cine que no destaque, precisamente, por su escritura, hay que reconocer que el guionista Chris Morgan ha sabido entrelazar muy bien los hechos ocurridos en esta séptima aventura entroncándolos con los de la tercera y propiciando la aparición del protagonista de aquella, Lucas Black. Cada vez queda menos de esos locos al volante que robaban coches deportivos por las autopistas en la película inaugural dirigida por Rob Cohen y hay más de complicadas tramas de espionaje de la era de Bourne o las misiones imposibles de Tom Cruise, algo que, más que como una traición al material original, debería tomarse como un acto de madurez dentro de una saga en permanente metamorfosis. Es cine directo y honesto que da lo que promete. Nadie se va a echar las manos a la cabeza, a estas alturas, al ver cómo la cámara lenta se recrea ante los cuerpos de chicas esculturales al son de pegadizas canciones, en momentos de relleno que son puro videoclip. Tampoco buscará explicaciones inútiles sobre cómo es posible que sus personajes sobrevivan a caídas tan aparatosas por acantilados, edificios y demás escenarios. Sencillamente, el espectador conoce las reglas (o la falta de ellas) de Fast & Furious, las acepta y disfruta de un viaje que bien vale el precio de la entrada del cine. Y, por supuesto, los seguidores ya estamos ansiosos de que llegue la octava entrega, a ser posible, con el regreso de Kurt Russell y ese Jason Statham como versión ultratestosterónica de Magneto como preso más difícil de enjaular del cine moderno. | |

    José Antonio Martín
    Redacción Las Palmas de Gran Canaria


    Ficha técnica
    Estados Unidos. 2015. Título original: Fast & Furious 7. Director: James Wan. Guión: Chris Morgan. Productores: Vin Diesel, Neal H. Moritz. Productoras: Universal Pictures / Relativity Media. Fotografía: Stephen F. Windon, Marc Spicer. Música: Brian Tyler. Vestuario: Sanja Milkovic Hays. Montaje: Leigh Folsom Boyd, Dylan Highsmith, Kirk M. Morri, Christian Wagner. Dirección artística: Jonathan Carlos, Alan Hook. Reparto: Vin Diesel, Paul Walker, Michelle Rodriguez, Jason Statham, Dwayne Johnson, Tyrese Gibson, Jordana Brewster, Ludacris, Nathalie Emmanuel, Kurt Russell, Djimon Hounsou, Elsa Pataky, Lucas Black.


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