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    Crítica | Avanti popolo

    Avanti Popolo

    Manifiesto contra la amnesia colectiva

    crítica a Avanti popolo (Michael Wahrmann, 2012) ★★★★★

    El último papel que interpretó Carlos Reichenbach —el icono del Cine Novo de Brasil— antes de su muerte fue el del Señor Gatti, un anciano que personifica el silencio y la inamovilidad de una Sudamérica demolida por las dictaduras. El Señor Gatti basa su vida en la espera estática. Poco le importa pasarse las horas frente a la verja de su casa esperando que su perro llamado Ballena regrese, pues desde hace cuarenta años el sexagenario aguarda la llegada de su hijo desaparecido en 1974 durante la dictadura militar de Brasil. De este modo, estaríamos en lo cierto al definir la ópera prima de Michael Wahrmann como un manifiesto contra la amnesia que padece un continente aterrorizado y abatido por su pasado dictatorial. Siguiendo el estilo de Patricio Guzmán sin caer en su pretenciosidad cósmica, Wahrmann desarrolla dos herramientas metafóricas para combatir el olvido de las víctimas de Brasil y Latinoamérica. Si bien el citado cineasta chileno se apoya en dos elementos naturales para construir las parábolas siderales en sus dos últimos documentales —la distancia física entre el cielo y la Tierra en Nostalgia de la luz (2010) y la molécula del agua en El botón de nácar (2015)—, las alegorías que utiliza el director novel para estimular la memoria colectiva brasileña en Avanti popolo no se apoyan en lo astronómico, sino en dos disciplinas artísticas. Según Wahrmann, la música y el cine son los únicos recursos que posee el hombre para recordar el pasado traumático de la nación. Sin embargo, el acto de rememorar es un arma de doble filo, tan hiriente como necesaria para cicatrizar las heridas. Porque, aunque hayan transcurrido más de treinta años desde la disolución del totalitarismo que sacudió a nuestros compatriotas del hemisferio Sur, el miedo prevalece, indestructible, en los corazones de los habitantes de Brasil, Chile o Argentina, igual que —como indica uno de los personajes de la película— un proyector de cintas de super 8 resiste, inalterable, al paso del tiempo.

    El plano secuencia inicial de Avanti popolo sitúa la narración en una atmósfera nocturna de ultratumba, idéntica al nuevo enfoque fantasmal del barrio lisboeta de Fontainhas en la magnífica Cavalo Dinheiro (2014) de Pedro Costa. Una cámara situada en el salpicadero de un taxi filma, de forma más auténtica que el Oso de Oro de la reciente edición del Festival de Berlín, los traumas de una sociedad que vaga sin rumbo, acomplejada por su propio anquilosamiento. No obstante, los daños psicológicos de la población que el cineasta quiere exhibir en el comienzo de Avanti popolo no son desenmascarados mediante la alucinación visual que generan las imágenes espectrales de los suburbios de Sao Paolo. Más bien, Michael Wahrmann muestra la parálisis de su pueblo mediante la música que escucha el presunto conductor del vehículo. El taxista sintoniza una emisora clandestina que retransmite la música folclórica de Gastão Formenti, junto con antiguas canciones a favor de la libertad como "La muralla" de los chilenos Quilapayun o el clásico revolucionario italiano "Bella Ciao". A continuación, con una simple frase que pronuncia el comentarista de la radio para justificar su elección de temas` de habla no brasileña, se resume toda la idea principal de la ficción de Wahrmann. El anónimo locutor señala que el pasado y el presente de Brasil se asemeja a la historia política de latinoamericana, porque todo el continente ha sufrido las mismas desgracias sin combatirlas como fuere debido. La música —igual que hará el cine más adelante en Avanti popolo— obliga a los ciudadanos a escuchar la revuelta que otros proclamaron en sus melodías. En otras palabras, la censura voluntaria, es decir, el mutismo extendido libremente para sobrellevar la pérdida de los seres queridos o la falta de respuestas, es peor que la psicosis de la censura forzada.

    Avanti Popolo

    Asimismo, el espíritu revolucionario de la música y el cine se halla en el propio título del largometraje, el cual homenajea el himno socialista italiano y la mítica película homónima de Rafi Bukai, que en 1986 trató la temática de la fraternidad entre los soldados egipcios y los israelitas. Sin la intención de desarrollar un relato tan ambicioso como el de Bukai, el debut multipremiado en el Festival de Roma, Brasilia, FICUNAM y Lima Independiente expone el mismo concepto a través de un drama familiar. El recién divorciado André (André Gatti) llega de madrugada a la ruinosa casa de su padre (Carlos Reichenbach), instalándose en el apolillado sofá del salón por un tiempo indefinido. La presencia de André no inquieta a su padre hasta el momento en que el nuevo inquilino empieza a registrar las pertenencias de su hermano desaparecido durante la dictadura militar de Brasil. En este sentido, André y el Señor Gatti son dos personajes antagonistas. El menor de ellos supera el dolor de la ausencia del allegado visionando las grabaciones en super 8 que el hermano filmó antes de desvanecerse para siempre. Mientras que el anciano se niega a contemplar una vez más las cintas caseras de su otro hijo porque aún no ha asimilado su hipotética muerte. La quietud de la cámara fija de Wahrmann en los interiores de Avanti popolo —símbolo de la sumisión e insensibilidad del padre—, se quiebra con el ruido y el movimiento del found footage registrado en los años sesenta y principios de los setenta por el desaparecido. Esta espléndida obra maestra sobre la debilidad de la memoria colectiva posee una escena aterradora en la que se demuestra el poder del séptimo arte para generar fantasmas. De una forma menos naif que Aita (2009) de José María de Orbe, Michael Wahrmann saca provecho del espejismo del super 8 simulando el encuentro definitivo de los familiares, cara a cara con el ausente, mediante la proyección en las paredes de cemento de una filmación del rostro lacrimógeno del desaparecido. | ★★★★★ |

    Carlota Moseguí
    Redacción Barcelona


    Ficha técnica
    Brasil, 2012, Avanti popolo. Dirección: Michael Wahrmann. Guion: Michael Wahrmann. Productora: Dezenove Filmes / Sancho Filmes. Presentación oficial: Festival de Roma 2012 (Ganador del CinemaXXI Award). Fotografía: Rodrigo Pastoriza. Reparto: André Gatti, Carlos Reichenbach, Eduardo Valente, Paulo Rigazzi, Estopinha, Maria da Penha y Julio Martí.


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