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    Cine Alemán Siglo XXI

    Crítica | Eden

    Eden

    La música que no para

    crítica de Eden (Mia Hansen-Løve, 2014).

    Podría defenderse que hay dos maneras principales de abordar una película ambientada mayoritariamente en la vida nocturna del exceso y la fiesta, ambiente que huelga decir define nuestra generación y por ello cada vez se retrata con más frecuencia en el cine. Una es la más habitual, poniendo el acento en la euforia efímera y las consecuencias nefastas que van asociadas a un estilo de vida en esencia discotequero. Cada día (o mejor dicho cada noche) se presenta como una aventura y un descubrir, sustancias ilegales y encuentros casuales de por medio, que a ratos proporcionan placer y otras veces ira y malestar. Se construye así en su conjunto una típica historia de ascenso y caída que en el fondo no es más que la suma de pequeñas experiencias igual de ascendentes y deprimentes. Pero hay otra manera de enfocar tales vicisitudes, desde una perspectiva más lejana y menos frenética, acorde con un estado de ánimo que también es propio de aquellas: el del vacío existencial, el distanciamiento e incluso la alienación que se sienten con estímulos tan superficiales. Pues bien, Eden (2014), presentada en el festival de Toronto hace un año y recién estrenada por fin en nuestra cartelera, apuesta por esta segunda visión, y con ello consigue un efecto más duradero y un mensaje más profundo que los que se lograrían con el primero de los citados enfoques.

    En efecto, su directora Mia Hansen-Løve, también coguionista con su hermano Sven Hansen-Løve, se sirve de las vivencias reales de este último en el oficio de la música electrónica para mostrarnos la cara más triste y lánguida de un mundo a priori colorido y apasionante. Para ello se remonta a los años 90, cuando llegó a nuestro continente, y en concreto a París, el estilo house originado en la década anterior en Estados Unidos. En concreto su protagonista, alter ego del propio Hansen-Løve, forma entonces junto a unos compañeros un grupo llamado Cheers, para componer un subgénero del house, el garage, adelantando ya que incluso en este novedoso apartado musical las corrientes pronto serían diversas. Al mismo tiempo y en la misma ciudad los Daft Punk van consolidándose con una identidad similar pero propia. Injustamente éstos alcanzarán la celebridad y dominarán el panorama de la música electrónica hasta la siguiente década, mientras que aquellos se quedarán a medio camino. Así pues, los hermanos Hansen-Løve recorren varios años en la evolución de tales melodías, alcanzando hitos como el de los Daft ‘One More Time’, que se puede escuchar en un momento clave de la película, cuando los Cheers han llegado a Nueva York para ampliar sus fans. Pronto regresarán a la capital francesa para intentar seguir adelante, pero con cada vez mayor competencia de otros grupos y menor ánimo entre sus seguidores.

    Eden

    «Estamos ante el trabajo más maduro y estimulante de Hansen-Løve hasta la fecha, porque consigue combinar con excelentes resultados su estilo visual impalpable con un fondo narrativo igual de volátil».


    En cualquier caso, como hemos dicho no estamos precisamente ante una historia de ascenso y caída al uso, porque en ella no hay grandes pendientes, sino que se sigue una línea bastante uniforme. Ello es así al menos en lo que respecta al omnipresente protagonista, Paul (Félix de Givry), que en el tiempo que transcurre en pantalla, desde su adolescencia hasta los treinta y tantos años, apenas cambia física ni mentalmente. Se mantiene en un insalvable impasse, como no puede ser de otra manera cuando pretende dedicarse en constancia a una actividad, la de DJ, que por definición es esporádica, y que no permite una plena realización personal. Por ello los que le rodean irán superando lo que no es más que un sueño juvenil, conformándose con otros trabajos más grises o amparándose en una familia más tradicional. Las relaciones del personaje principal con cada uno de estos personajes secundarios: en particular su temprana novia norteamericana (Greta Gerwig), su novia más duradera (Pauline Étienne), su primer amigo (Roman Kolinka) o su propia madre (Arsinée Khanjian), alcanzan tras las correspondientes elipsis un cierto cierre, que contrastan con el caminar sin fin, sin dirección visible y sin luz al final del túnel de Paul.

    Y en ello paradójicamente radica el mayor interés de la película. Con una narración principal que podría antojarse repetitiva, sin ir a parar a ninguna parte, logra dibujar con exactitud el sentir de toda una generación, detenida en el tiempo en cuanto a sus ambiciones y propósitos, mientras todo alrededor suyo avanza a un ritmo vertiginoso. Gracias a una estructura episódica pero a la vez muy unificada y fluida, apoyada en una fotografía natural y orgánica, Eden nos transmite por tanto esa curiosa relación entre la inmovilidad y el progreso, por así decir, en una dinámica que se presenta muy fructífera para una película. Y es que esas dos líneas opuestas proporcionan todo el conflicto que sólo a primera vista, y cómo se le podría injustamente criticar, parece faltarle al protagonista. Este sí sufre, pero lo hace internamente casi hasta el final de la película, cuando su ilusión se derrumba y adquiere por fin conciencia de la falta de futuro de su empresa. Entretanto sin embargo hemos podido asistir desde una posición privilegiada a su detallado desarrollo, gracias a su componente autobiográfico, que permite además seleccionar con gran acierto e impacto las mejores canciones house. Es todo un regalo para quien sepa apreciar mínimamente esta música, sumiendo al espectador en un asombro y en una excitación que a diferencia de quienes la protagonizan se mantienen durante toda la trama. En definitiva, estamos ante el trabajo más maduro y estimulante de Hansen-Løve hasta la fecha, porque consigue combinar con excelentes resultados su estilo visual impalpable con un fondo narrativo igual de volátil. | ★★★★ |


    Ignacio Navarro Mejía
    © Revista EAM / Madrid


    Ficha técnica
    Francia, 2014. Presentación: Festival de Toronto 2014. Directora: Mia Hansen-Løve. Guión: Mia Hansen-Løve & Sven Hansen-Løve. Fotografía: Denis Lenoir. Montaje: Marion Monnier. Producción: CG Cinéma / France 2 Cinéma / Blue Film Production / Yundal Films. Reparto: Félix de Givry, Pauline Étienne, Vincent Macaigne, Greta Gerwig, Hugo Conzelmann, Zita Hanrot, Roman Kolinka.

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