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    Cine Alemán Siglo XXI

    Ibérico 2021 || Crónica nº3

    La vuelta a casa (III)

    Tercera crónica de la 27ª edición del Festival Ibérico.

    Ante el deseo imperante de regresar al hogar, de volver sobre tus pasos, se da el sentimiento contrario de no tener más remedio que abandonarlo. El cinematógrafo es el escenario propicio para expresar esa melancolía, esa tristeza pensativa que rodea nuestra civilización. Las guerras han sido causa principal de los exilios. En el cine, el bélico, ilustra con diversidad la lejanía de la patria, o la desilusión, por ver desintegrarse los cimientos de tu país. Más allá de Ford, o de Ray, fascina ese grandísimo plano final de War Horse (Steven Spielberg, 2011), con una preciosa gama de colores que van del rojo al naranja, en homenaje a la inmortal escena de Lo que el viento se llevó (1939). Perderse en ese encuadre camino de la perfección divina, es perderse en la imagen del hogar. Después de la guerra, después del periplo doloroso de un niño convertido en hombre, la vuelta a casa supone una revelación cuasi religiosa, una de las epopeyas más bellas del cine contemporáneo. El propio Spielberg transfiere la esencia del final de Centauros del desierto en el desenlace de La guerra de los mundos (2005). Ray (Tom Cruise), deja atrás toda una invasión extraterrestre, una guerra apocalíptica de proporciones dantescas, para portar a su hija en brazos y devolverla sana y salva junto a su madre. Es la misma idea, una y otra vez, repetida como bucle espacio temporal. Salimos del hogar con la intención de volver algún día a su afectuoso abrazo, el cálido refugio que nos cobija.

    La trágica huida de miles de republicanos a bordo de un navío ingles durante el final de la Guerra Civil española es el punto de partida de la superproducción Stanbrook (Óscar Bernácer, 2020). Los momentos de tensión en las horas previas al desembarco están orquestados por el director con pasión y detalle. Proyecta cómo serían aquellos momentos e intenta filmar una aproximación lo más conmovedora, épica, dentro de los varios escenarios posibles. El foco se centra en la figura del capitán Dicknson. En una mirada que atisbe desde su flota toda la cantidad de gente agolpada en el muelle. La muerte es sombra pegajosa como demuestran la cantidad de personas que se quitaron la vida envueltos en el caos de la multitud. Para Bernácer el relato se nutre de un crisol de personajes que muestran cada uno de los estratos de la sociedad de la época, desde la madre ausente, o la hija, una anciana sin una sola línea de dialogo, o una maestra de la Republica. Stanbrook es la antesala de un largometraje en el que Bernácer lleva trabajando tiempo, precisamente el valor contenido de un cortometraje de estas características reside en su anclaje a mayor escala. La calidad técnica es envidiable, el poderío en las escenas de masas y su bella composición del dolor urden los márgenes simbólicos del filme. La música de Iván Capillas, la fotografía en blanco y negro de Víctor Entrecanales, y el aprovechamiento del formato scope ayudan a un conjunto sobresaliente.

    La colcha y la madre (David Pérez Sañudo, 2021) e Imposible decirte adiós (Yolanda Centeno, 2021) tocan respectivamente temas relacionados con lo materno-filial. En el caso de la película de Sañudo la muerte es una sombra que acecha todo el metraje, infiltrándose en medio de la cotidianeidad. Una hija ausente (Susana Abaitua), que vive el día a día de forma egoísta enfrascada en su mundo trivial y una madre (Ana de Medina), de visita inesperada. La pandemia sirve en este caso de base para entender la fragilidad del tiempo, y que nada es para siempre, por ello tanto director como guionista (buen trabajo de Marina Parés), se valen de ese accidente en una obra dual en el que habitan los espejos. La imagen envejecida, dándole un aspecto muy de cine en 35 mm, y el granulado, confieren una densidad dramática muy abrasiva e interesante. Por otro lado, la película de Yolanda Centeno explora algo muy habitual en las relaciones sentimentales de nuestro tiempo. Los hijos de parejas anteriores. Imposible decirte adiós hace hincapié en todas esas parejas que entran a formar parte de familias ya constituidas, le da un sentido completamente diferente al termino de las madrastras, en darle la vuelta a los estereotipos. Reabre debate acerca de si es más poderoso el amor de sangre o el de los vínculos adoptivos. Como de costumbre. Alexandra Jiménez está sensacional en el rol de esa mujer que no asume desaparecer por completo de la vida del hijo de su expareja. La directora propicia un clima otoñal, de tristeza. Un largo último adiós. Destacar también la música de Julie Reier, con pinceladas líricas.

    Her name is Carla, Cátia Biscaia; La colcha y la madre, David Pérez Sañudo.
    Imposible decirte adiós, Yolanda Centeno; The monkey, Xosé Zapata, Lorenzo Degl´Innocenti.


    Ante el deseo imperante de regresar al hogar, de volver sobre tus pasos, se da el sentimiento contrario de no tener más remedio que abandonarlo. El cinematógrafo es el escenario propicio para expresar esa melancolía, esa tristeza pensativa que rodea nuestra civilización.


    La animación adulta sigue siendo una constante en el festival. The Monkey (Xosé Zapata, Lorenzo Degl´Innocenti, 2020) propone una visión angustiosa, a un tiempo histórica, afligida y asoladora, sobre los llamados «powder monkey», niños que formaban parte de las tripulaciones en los barcos de guerra. Lujosa coproducción hispano-lusa de un dominio exquisito en los trazos animados y diseño gráfico, que sabe contar una historia sin abandonar ese lado misterioso, de pose amargo y pensamiento introspectivo. La cinta está basada en la leyenda popular inglesa Mono de Hartlepool, en la que un mono fue confundido por un humano. En 1588 un náufrago de la Armada Invencible es capturado en una playa de Irlanda. Allí será juzgado y ejecutado. La diferencia es que el prisionero es un mono. Esta inexorable conciencia de los crímenes de guerra es la que manifiestan sus autores, un guion pensado para asaltar dudas y remover raciocinios. Sobresale la magnífica partitura original del compositor Manuel Riveiro, con elementos gaélicos de música irlandesa, y la sugerencia (implícita) a clásicos de la literatura inglesa como El señor de las moscas de William Golding o El corazón de las tinieblas de Joseph Conrad.

    Europa indaga en el drama social. Las nuevas cinematografías marcan una línea continua con reminiscencias al cine de denuncia de Ken Loach, como hemos comprobado en Listen (Ana Rocha de Sousa, 2021), película inaugural del festival, o en Her Name is Carla (Cátia Biscaia, 2020), que arranca con el seguimiento en primera persona de su protagonista, Inés Sa Frias. Planos de cogote y un reconocible aire al cine de Gus Van Sant, tanto en planteamiento como en forma, sobrellevan el relato. La directora enfoca en un segundo plano, lo que más tarde será foco principal, esforzándose en destacar esa extraña relación de amistad de Carla con el guarda de la prisión en donde su pareja cumple condena por tráfico de drogas.

    No me da la vida (Alauda Ruíz de Azua, 2021), significa el epilogo y despedida de la sección oficial. La realizadora atesora una amplia experiencia en el mundo del cortometraje, habiendo cosechado numerosos premios con algunas de sus obras anteriores. Actualmente se encuentra en medio del rodaje de Cinco lobitos, su salto al largo. En Nena (2014), por ejemplo, abrazaba el encuentro de una mujer con su yo adolescente. En No me da la vida Ruíz de Azua parte de una mesa de mus en el que cuatro hombres cuadran sus agendas para evadirse de sus problemas cotidianos. Hombres que por un instante asumen el rol de tantas madres empequeñecidas ante las dificultades de la conciliación familiar. La cámara se acerca en travellings circulares como un péndulo sobre los protagonistas, una noria que no para de dar vueltas y vueltas en esa máquina del tiempo en el que los papeles están intercambiados. El filme elige un tono liviano, de comedia, pero esconde una interesante critica entre líneas.


    David Tejero Nogales |
    © Revista EAM / Badajoz


    Stanbrook,
    Óscar Bernácer.

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