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    Crítica en serie | Expediente X (T10)

    Expediente X

    Un calentamiento que va de menos a más

    crítica de Expediente X / Décima temporada.

    FOX / 10ª temporada: 6 capítulos | EE.UU, 2016. Creador: Chris Carter. Directores: Chris Carter, James Wong, Darin Morgan, Glen Morgan. Guionistas: Chris Carter, James Wong, Darin Morgan, Glen Morgan & las doctoras Anne Simon & Margaret Fearon como argumentistas. Reparto: Gillian Anderson, David Duchovny, Mitch Pileggi, William B. Davis, Joel McHale, Lauren Ambrose, Robbie Amell, Annabeth Gish, Sheila Larken. Fotografía: Joel Ransom. Música: Mark Snow.

    A estos nuevos episodios de Expediente X, estrenados casi catorce años después del final de la serie y seis después de la mediocre X-Files X: Crees es la clave (The X Files: I want to believe, Chris Carter, 2008), hay que acercarse con cierta cautela, pensando de manera realista qué se puede esperar de Chris Carter a estas alturas, cuando no cerró la serie en su momento tras ir por muy buen camino –The Truth parts 1 &2 (9.18/19) es un magnífico final hasta los últimos diez minutos, pese a que la escena de despedida sea espléndida– y la película que puso en pie en 2008 desperdiciaba por completo la posibilidad de complacer a ningún fan, en su empeño por no asustar a otros tipos de público y hacer en esencia un megaepisodio autoconclusivo de ribetes homofóbicos. Aun así, sigue siendo el padre de la serie y parte de su talento para despertar nuestro interés y ofrecer más capas de densidad a la mitología de su creación está intacto. Como dijo en su momento el gran crítico de cine Jordi Costa, Carter «supo absorber las mecánicas de la cultura conspiranoica para articular un modelo de ficción que revitalizó y modernizó los mecanismos de la narración serial o el folletín. A través de una diabólica dosificación de revelaciones, el incondicional de la serie se sentía cada vez más cerca de la construcción de un sentido global y esclarecedor, cuando, en realidad, lo que se adensaba era el misterio y la imposibilidad de cerrar (satisfactoriamente) un discurso». Sus rotundas palabras resumen a la perfección no sólo el legado de la serie y los dos filmes, sino un poco de esta mini-temporada de apenas seis entregas, aunque Costa las escribiera en agosto de 2008. Signo de que Carter no ha aprendido mucho de la recepción de su película.

    Consciente de que las expectativas eran altas, el creador reúne a los mejores especímenes de su equipo de guionistas (se escaparon Frank Spotniz –el otro gran guionista de la mitología de la serie– y Vince Gilligan por encontrarse ocupados liderando otros proyectos) y ofrece una muestra variada, con capítulos serializados y autoconclusivos, con casos escalofriantes y referencias alienígenas que retoman lo dicho en The Truth. Antiguos personajes regresan, se introducen nuevos con carisma y Mulder y Scully están en su salsa, discutiendo ciencia y fe, sufriendo y bromeando y con mucha química. El gran problema de todo este pequeño experimento, que este crítico esperaba como el que más, es el paso del tiempo y su efecto en todos los integrantes de esta franquicia de 23 años. Partiendo de eso, de que hace años que los guionistas y los intérpretes no daban vida y alma a los personajes, a esta temporada le cuesta arrancar. My Struggle (10.1) y Founder`s Mutation (10.2) son torpes, excesivamente veloces y ni Duchony ni Anderson parecen muy cómodos en los roles y suenan forzados. Hasta están rodados como la mala televisión de hoy en día, cuando en su cénit la serie  podía destacar por una sobriedad y elegancia que se ha perdido en la actualidad en abierto. Consciente de que seis capítulos no es mucho (las agendas de la pareja protagonista imposibilitaron que se pudieran rodar más), Carter aturulla de información el arranque, restituye los Expedientes X para que Mulder y Scully investiguen distintos casos y acaba con la eterna constatación de que existe vida alienígena.

    Expediente X

    «El gran problema por tanto de la décima temporada de Expediente X es que está desequilibrada, porque se quiere, a la vez, satisfacer a los fans, no avanzar mucho en la relación sentimental de la pareja protagonista, seguir sin resolver por completo la trama central de toda la serie, introducir a una joven pareja de agentes con potencial de permanencia, cuidar al resto de personajes recuperados, honrar la mitología emocional de más de 200 episodios y dos películas y poder atraer a nuevos espectadores, hacer que les motive revisar o descubrir la serie original».


    No será hasta que el peculiar Darin Morgan presente su entrega, Mulder & Scully Meet the Were-Monster (10.3), que Expediente X volverá en toda su grandeza. Humor, monstruos asquerosos, un caso curioso y un dúo protagonista que ya vuelve a parecerse a nuestra pareja de investigadores favorita. El resto de la temporada combina la emoción con la diversión, y presenta una lógica evolución de los acontecimientos de hace más de una década al traer a colación a William, el bebé de Mulder y Scully que fue dado en adopción por su propio bien, y cuyo recuerdo atormenta todavía a la madre, que se cuestiona si fue la mejor decisión que podía haber tomado. Sin desvelar las decisiones que toman Carter y sus guionistas, algunas bastante sorprendentes, la sensación final que deja esta corta entrega es de un gran interruptus, de haber empezado a esbozar la grandeza de antaño para parar de repente. La subtrama de la invasión y el ADN alienígena entra y sale a capricho de Carter, así que como espectadores no cuesta creernos que tenga la importancia que se apunta en la serie, dejando un mundo diezmado por una crisis vírica de demencial solución. El gran problema por tanto de la décima temporada de Expediente X es que está desequilibrada, porque se quiere, a la vez, satisfacer a los fans, no avanzar mucho en la relación sentimental de la pareja protagonista, seguir sin resolver por completo la trama central de toda la serie, introducir a una joven pareja de agentes con potencial de permanencia, cuidar al resto de personajes recuperados, honrar la mitología emocional de más de 200 episodios y dos películas y poder atraer a nuevos espectadores, hacer que les motive revisar o descubrir la serie original. Y todo eso en poco más de 250 minutos, sirviendo un cliffhanger tan tópico como efectivo y creando una nueva cuenta atrás que con suerte llegará a su fin en un año y año y medio. Recientes declaraciones de FOX hablan de una undécima temporada, así que el creador tiene otra oportunidad para, si es que es posible, producir una tanda de episodios donde todos sean memorables y ofrecer al fin algunas de las tan esquivas respuestas que lleva décadas prometiendo. | ★★★ |


    Adrián González Viña
    © Revista EAM / Sevilla



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