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    Cine Alemán Siglo XXI

    Cannes 2015 | Día 8. Críticas: La juventud / The Assassin / Madonna / Je suis un soldat

    Michael Caine

    Roma locuta, causa finita

    crónica de la octava jornada de la 68ª edición del Festival de Cannes

    Parece que el festival se guardaba lo mejor para la recta final. La mañana comenzó fuerte con la presentación de la esperadísima nueva película de Sorrentino, La juventud. Una muy discutida obra que ha sido la protagonista de la gran controversia del día. La crítica se ha dividido nuevamente para debatir sobre el contenido de un filme que, en sus formas, resulta indiscutiblemente majestuoso.

    Posteriormente, pudimos asistir a dos largometrajes de la sección de Una cierta mirada: Madonna y Je suis un soldat, dos dramas protagonizados por mujeres a los que les ha faltado un poco de agilidad en sendos guiones. Pero, sin duda, la gran sorpresa estaba preparada para la mítica sesión de las siete en la sala Debussy. The Assassin, del maestro Hou Hsiao-Hsien, ha impresionado a la prensa con un sublime ejercicio histórico-ficticio-poético. De momento, a él le otorgamos, de forma provisional, nuestro personal título de favorito a la Palma de Oro.

    «La única alternativa a interpretar a ancianos es encarnar a muertos y prefiero elegir a los ancianos. Hace años supe que había entrado en una nueva fase de mi carrera cuando tras leer un guion le dije al productor que mi parte era muy pequeña. Y él me respondió que no leyera la del amante sino la del padre. Bueno ha ido bien, porque después hasta he ganado el Oscar[...] Este es el único cuerpo que tengo, no quería hacer la parte de Miss Universo. El cuerpo envejece y eso te va a pasar también a ti, no te hagas la listilla [respondiendo a una joven periodista]... Es curioso: para las nuevas generaciones soy el mayordomo de Batman. Me paran niños de 12 años por la calle solo por eso y ni siquiera saben quién soy. Me encanta La giovinezza. La hubiera hecho gratis, pero no se lo dije a los productores». Michael Caine.

    La juventud

    LA JUVENTUD

    La giovinezza, Paolo Sorrentino, Italia / Competición

    Los humanos hemos perseguido el mito de la eterna juventud desde tiempos inmemoriales. La juventud para Paolo Sorrentino no es un estado biológico de nuestro organismo, sino un cúmulo de emociones y sentimientos en los que debemos creer y aferrarnos a toda costa ya que componen la realidad absoluta de nuestro propio “yo”. Para presentar este concepto, el director italiano nos traslada en su última película, La juventud, a un microcosmos de meditación, un templo del cuidado del cuerpo y la mente, conformado por un lujoso parador de los Alpes, donde deambulan en busca de lozanía diferentes personajes muy particulares que, al mismo tiempo, podrían representar una metáfora de la decadencia existencialista contemporánea.

    Sorrentino muestra este desencanto intrínseco a través varios actores que interpretan a personajes del mundo del arte y el espectáculo que viven prisioneros de sus logros pasados, incapaces de crear un producto atractivo y renovado; son reliquias vivas y admiradas por algo que ellos detestan. Fred Ballinger, por el contrario, ha decidido renunciar por voluntad propia a la exposición pública de su talento como director de orquesta. Prueba de ello es su negativa a dirigir, por expresa petición de la Reina de Inglaterra, el concierto conmemorativo del cumpleaños del príncipe Felipe. Una vez más, el director hace gala de una puesta en escena y un montaje inmaculados en los que se alternan escenas diurnas en exteriores con un gran empleo de diálogos e inteligente retórica, y escenas interiores mucho más simbólicas y abstractas con un predominante uso de la música y una fotografía mucho más oscura siguiendo los patrones del claroscuro caravaggista. Su habilidad para secuenciar las imágenes e hilvanar ideas resulta insultantemente sencilla y, para rematar, el empleo de la música y los efectos sonoros no podría resultar más acertado. La ausencia de un escenario exterior, a excepción de una o dos escenas aisladas, logra que la aplicación del cínico mensaje no esté destinada a una población en concreto, salvo más bien a un grupo social. Un alegórico Jardín de las Delicias para el cuidado de las personas que deja un cierto aire metafórico de ese preciso espacio donde la vida y la muerte se fusionan como principio y final de todo: un hospital.

    La juventud, de Paolo Sorrentino

    «La giovinezza refleja una lucha contra el tiempo mientras se mira melancólicamente al pasado fingiendo buscar el futuro, un desafío a la muerte (literal o profesional), intentando prolongar inútilmente la juventud o bien, cualquier momento efímero. El resto de la vida parece una sucesión de vicisitudes que alteran la rutina voyeurística diaria de los personajes...»


    Acompañando a Ballinger, podemos encontrar a Mick Boyle, un director de cine venido a menos, y a Jimmy Tree, un actor al que sólo se le recuerda por su papel en un filme de ciencia-ficción que detesta. Los tres se dedican a observarse mutuamente y al resto de almas solitarias que pueblan las instalaciones del relajante paraíso artificial; entre ellos, el mismísimo Maradona. La juventud parece ser, por lo tanto, el número 10 impreso en el reverso de una camiseta de la selección Argentina, o una pieza musical, quizás una película, tal vez un marido que nos ha abandonado por otra mujer o, como parece mucho más sensato, olvidarse de todo lo que hemos dejado atrás y dejarnos guiar por nuestras emociones ya que, al fin y al cabo “son todo cuanto tenemos”. No queda duda de que la crítica principal se la lleva el inmovilismo de los integrantes de una clase elitista, más preocupados por la opinión generalizada que se tenga de ellos, que por defender su estatus como profesionales de manera competente y rebelarse e impulsar una verdadera revolución cultural. Así llegará su caída mientras que el resto de la sociedad —industrias y particulares— los atacarán sin piedad cuando den síntomas de debilidad, traicionándolos como única manera de supervivencia aun sabiendo que, algún día, les tocará a ellos también.

    La cinta refleja una lucha contra el tiempo mientras se mira melancólicamente al pasado fingiendo buscar el futuro, un desafío a la muerte (literal o profesional), intentando prolongar inútilmente la juventud o bien, cualquier momento efímero. El resto de la vida parece una sucesión de vicisitudes que alteran la rutina voyeurística diaria de los personajes, como el abandono de la hija de Fred por parte del hijo de Mike, que se ha enamorado de una cantante de música Pop —autocrítica de Sorrentino quien compone un videoclip musical en referencia a todas las críticas que le tachan de tener un estilo muy ostentoso y vacío—, o Miss Universo, quien, aparte de atacar la arrogancia de aquellos con ideas preconcebidas o que aplican una presunción de estupidez por el simple aspecto físico, también refleja la concepción final de esa Juventud/Gran Belleza (como sinónimos de espiritualidad) que también será representada por el monje budista al final del metraje. [70/100]

    Madonna

    MADONNA

    Su-won Shin, Corea del Sur / Un Certain Regard

    La directora coreana Su-won Shin presentó en la mañana, en Una Cierta Mirada, Madonna, en la que nos narra un pavoroso cuento sobre la condición humana y la maldad. Una auxiliar de enfermería, Hae-rim, comienza a trabajar para un prestigioso hospital en una planta dedicada a pacientes VIP, aquellos extremadamente ricos que pueden permitirse una suite presidencial de 3000 euros la noche. Su misión será cuidar a un anciano que lleva en coma 10 años y que, además, es el principal accionista del hospital. El hijo del enfermo se ha preocupado por mantener a su padre con vida durante todo este tiempo. Nunca abandona las instalaciones, y tiene una oficina de trabajo en el centro, por el que se pasea como si fuera el jefe dando órdenes a todo el personal. El motivo de tan dedicada tarea y preocupación, no es el amor hacia su padre, como podríamos pensar, sino el simple hecho de que, si el hombre muere, Sang-woo dejará de recibir la desorbitada cifra de dinero que su padre le asignó antes de enfermar. Por este motivo tiene comprada a la totalidad de la plantilla del hospital, para que traten a su padre como una constante prioridad. Cuando el avaricioso personaje se entera de que a su padre le hace falta un nuevo trasplante de corazón, le pide a Hae-rim que investigue el paradero del padre del bebé que espera Madonna, una embarazada sin identificar que ha ingresado en el centro a consecuencia de múltiples contusiones.

    Desde ahí la cinta se convierte, gracias a la introducción de múltiples flashbacks, en un truculento viaje introspectivo en la desgraciada vida de una mujer atormentada, torturada y hostigada. Un despiadado retrato de la soledad y la maldad de quienes se aprovechan de las personas que se encuentran en inferioridad de condiciones. Al final, la joven enfermera tendrá que decidir si ayudar a su jefe y conseguir la documentación necesaria para que se le extraiga el corazón, y hacer con la desconocida mujer —que ha dejado de ser desconocida para ella— lo que todo el mundo ha hecho: maltratarla, o plantar cara a los fantasmas de su pasado, que podremos olvidar al final del metraje por medio de un paralelismo de las vidas de ambas mujeres, y arriesgarse a perder el trabajo, la licencia médica y hasta la libertad. Un duro relato sobre la redención y la maldad inherente en una sociedad surcoreana embrutecida. [60/100]

    Je suis un soldat

    JE SUIS UN SOLDAT

    Laurent Larivière, Francia / Un Certain Regard

    Je suis un soldat, de Laurent Larivière, comienza, como tantas otras películas francesas, con una mujer a las puertas de la edad adulta y la madurez a la que le está costando alcanzar la preciada independencia. Sandrine vuelve a casa de su madre, en la que viven su tío, sus hermanas y su cuñado. Desde el principio se muestra esa idea de lo difícil que es escapar de la casa paterna en la Francia actual azotada por la falta de trabajo. Lo que empieza como una comedia ligera sobre la vida de los adultos conviviendo con sus padres en una familia típica francesa, se convierte en un thriller de misterio en torno al tráfico ilegal de perros y el comercio negro.

    Sandrine acepta trabajar para su tío ayudándolo a llevar el refugio donde alberga a los perros antes de venderlos, empezando por limpiar las jaulas de los animales; la joven pronto se irá introduciendo en el negocio más a fondo y se dará cuenta de que no todo es tan simple como parecía. Al parecer su tío tiene un acuerdo con un veterinario para que le firme los libros de vacunación de las mascotas, sin necesidad de vacunarlas realmente, también irán apareciendo personajes de todo tipo y nacionalidad para vender a los cachorros en condiciones muy precarias. Sin embargo, nada de eso parece importar realmente a la protagonista, ya que el dinero que hace con el trabajo es recompensa suficiente para acallar su preocupación zoológica o sus sospechas sobre la legalidad de la empresa. Con el tiempo, Sandrine se irá haciendo una clara idea de cómo funcionan las cosas y decide efectuar sus propias ventas, lo que la llevará directa a un peligroso mundo en el que, por primera vez, empezará a temer por su vida.

    Pese a que la idea es interesante, y la narración va incrementando progresivamente la tensión, el guion deviene demasiado insípido y falto de ingenio, dejando que la historia se vuelva monótona y predecible. Algo que no ayuda a una actriz a quien no se la ve demasiado cómoda con un papel de factura emocional excesiva. Un thriller intenso que no aburre, pero tampoco aporta nada nuevo. [55/100]

    Je suis un soldat

    THE ASSASSIN

    Nie yin niang, Hou Hsiao-Hsien, Taiwán / Competición

    El cine del taiwanés Hou Hsiao Hsien se encuentra totalmente influido por la compleja situación política por la que ha atravesado su país. Tanto es así que cada una de sus obras se muestra como una revisión de su historia y de algunos de los momentos más dramáticos e influyentes del pasado. The Assassin, contextualizada en el siglo IX, explora la situación de violencia vivida durante la cruenta dinastía Tang. En este escenario, conocemos la historia de la hija de un general que fue secuestrada de pequeña por una monja hechicera para entrenarla en el arte de la lucha. Años después, la protagonista regresará para enfrentarse a su destino, teniendo que elegir entre su naturaleza bondadosa o la fría y despiadada profesión para la que ha sido entrenada.

    El cine de este realizador siempre genera una gran división de opiniones y una importante polémica en cuanto a la interpretación de su mensaje. Esto se debe principalmente a la esencial mercadotecnia reciente creada en torno a su obra, que ha originado que sus películas sean asumidas de forma artificial por el cinéfilo común, quien tratará de visualizar las creaciones de Hsien de manera forzada, como buscando obtener precipitadamente unas conclusiones sin hacer una pequeña revisión de su obra previa o la historia taiwanesa. Por otro lado, el espectador medio permanecerá reacio a involucrarse en este mundo codificado con una profundidad dilatadísima y una exigencia participativa muy elevada. El público de The Assassin se verá obligado a formar parte en el proceso de desencriptado hermenéutico final. Para conseguirlo no sólo tendremos que prestar atención a lo que se dice mediante la dialéctica, posiblemente la forma de comunicación más limitada, sino también lo que nos cuentan las imágenes. El director comienza con un blanco y negro crudo, mediante el que nos presenta a la protagonista a través de un preciso y eficiente ataque a cámara lenta: una asesina letal de unas habilidades marciales incuestionables que ha sido educada bajo la más cruel de las disciplinas “primero mata a sus seres queridos, luego matas al objetivo”.

    The Assassin

    «Una película con un lirismo apabullante que sabe intercalar perfectamente los momentos de alta intensidad —representados con los combates— y los momentos de poética reflexión —marcados por un sonido de percusión constante e inalterable—».


    Tras esa introducción, Hsiao-Hsien cambia la imagen monocromática por una a todo color, en la que muestra un atardecer tan rojo como el color de las letras del título. A partir de ahí, la cinta seguirá en esa sobresaturación cromática que acompaña a la gran teatralidad de la puesta en escena y al sensacional trabajo de vestuario y decorado. Los planos secuencia son uno de los recursos más importantes del realizador, quien los llevará a cabo con una planificación minuciosa y un aprovechamiento de los espacios de manual, tanto de los visibles, como de los invisibles por medio de un inteligente y sublime fuera de campo. Se aprecia una sutil combinación entre la técnica procedimental histórica, y la metodología contemporánea, por ejemplo, en los combates cuerpo a cuerpo característicos por lo expeditivo y limpieza de sus secuencias, en contraposición a las larguísimas y escandalosas escenas clásicas del cine tradicional de artes marciales. Una película con un lirismo apabullante que sabe intercalar perfectamente los momentos de alta intensidad —representados con los combates— y los momentos de poética reflexión —marcados por un sonido de percusión constante e inalterable—. El estudio de cada plano se convierte en el pilar fundamental sobre el que se asienta el entramado funcional de la arquitectura fílmica, dando sentido y forma a todo lo que acontece en el encuadre. Un concepto de marco de imagen meticulosamente cuidado, en el que la cámara puede permanecer estática, u oscilar suavemente como agazapada y oculta tras las finas cortinas que aportan un filtro rojo de una tremenda explicitud, mientras los personajes llevan a cabos sus acompasadas coreografías. [85/100]

    Alberto Sáez Villarino
    Enviado especial a la 68ª edición del Festival de Cannes


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