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    Crítica | X-Men: Días del futuro pasado

    X-Men: Días del futuro pasado

    Mercurio bajo cero

    crítica de X-Men: Días del futuro pasado |
    X-Men: Days of Future Past, Bryan Singer, 2014

    Wish You Were Here. Ojalá estuvieses aquí, piensa y/o reproduce Charles Xavier en el futuro que ya pasó y que está a punto de volar por los aires, cielos que trasuntan borrascas en el presente que hubiera podido ser y que, quizá —ligeras variaciones de última hora, esta vez sí, un buen pronóstico—, se materialice aun con leves modificaciones. Nada importante, cosas de éste, el otro mundo. Porque "eran otros tiempos" en los que los tiempos mismos "están cambiando" y los tiempos verbales se confundirán una vez reescritos aquel día por vivir. La respuesta no estaba en el viento, sino en el ADN (y no, no hay ticket: ni se devuelve ni se cambia, es un regalo y te jodes y, por si acaso alguien pregunta, no hemos mantenido esta conversación). En la enfermedad y en los breves periodos de salud, hasta que el tabaco o la bicicleta elíptica os separe. Con sus extrañas modificaciones, espacio y tiempo son flexibles cuando se proyectan a todo volumen en pantalla XL. Welcome my son, welcome to the machine... Wolverine. Buen viaje: abróchate las neuronas. Todo lo que hagas allí resonará física y cronológicamente aquí, sin remisión. Recuerda siempre a Marty McFly en el baile de fin de curso, aquella foto cada vez más vacía, con menos personas que ya nunca existirán. Tu familia, entera, devorada por el efecto mariposa que podrían desatar tus acciones: olvida los besos, los golpes sobrantes y, también, al presunto demócrata que —¡bang!— se esfumó como por arte de soplar velas. Así, ni tan solo el consuelo de un capitalismo sin auxilio, sin que lo sintamos, ahí te mueres Wall Street, sin llamar demasiado la atención, cerrándote de par en par antes de que sea demasiado tarde para todos los allí presentes, incluidos los que jamás han visitado tus tripas, tu corazón, tus verdes pulmones etéreos, números y cifras y letras tan pequeñas que resultan ilegibles. Después, Guerra Fría hirviendo a través de las comunicaciones entre rusos y norteamericanos en la costa de Miami; una guerra que de tanto contarla pierde su frescor y pasa a llamarse Guerra Del Tiempo, o sea ni fría ni caliente, a la temperatura que haga donde bebes todas esos temas "de rabiosa actualidad" y tendencias más o menos hot (no me miren, es simple sarcasmo terapéutico) que hoy aseguran no-sé-qué sobre un Muro y unos padres que nunca se llegaron a conocer, una canción que jamás fue compuesta y, por ende, no será escuchada en ningún radiocassette ni walkman ni discman ni iPod del mundo hiperespacial. Shine On Your Crazy Diamond. Todos locos y brillando aún con más fuerza en la oscuridad ya instalada. Ya se sueñan los elegantes punteos de guitarra que gravitarán alrededor, subterráneamente, del Pentágono; allí donde permanece recluido un hombre-imán con el rencor entre ceja y ceja y las ambiciones supremacistas, tras un perpetuo mohín de capullo egomaníaco. Magneto, sí. Un malo a duras penas malísimo, pues los hay peores y él arrastra una deuda moral con su viejo amigo-enemigo, el Profesor X. Una equis no como intriga o anonimato sino más bien ideada con fines mercadotécnicos, pues a nadie intriga esa equis mayúscula, de Xavier, de cabeza antes/ahora muy greñuda y ahora/antes calva de familia en una escuela para "gente especial" y todo eso.

    X-Men: Días del futuro pasado

    Así, a un lado están Tormenta, Hombre de Hielo, Bishop, Sunspot, Sendero de Guerra, Kitty Pride, Coloso, Blink, Magneto, Lobezno, Charles Xavier; y en el otro, estos tres últimos —encarnados por Michael Fassbender, James McAvoy y el aquí eterna y fatídicamente joven Hugh Jackman— más Bestia y Mística y Mercurio. Coda: pasado y presente con el futuro sobre el tablero. Y todo, o casi todo, por un loco bajito trending que, bigote en ristre, asume el rol de villano-por-ambición-profesional (no obstante experimenta con los hombres y mujeres X). Pues es él quien maquina y desarrolla el proyecto Centinela, es decir, el muy posible principio del fin para todos los mutantes y quizá también para los humanos corrientes y molientes; el final ulterior en un futuro todavía por diseñar. Hasta aquí, todo o casi todo correcto. El plantel de actores ya fogueados en la anterior entrega invitaba a pensar en una continuación aún más espectacular. Y, ay, ingenuo de mí, porque es un "no" rotundo. La pretendida madurez post-Dark Knight de esta película se antoja muy pronto inane, insufrible, bisutería sin ingenio; un resto que se pierde más allá de la línea de fondo, destino indeterminado. No hay en ella ni desinhibición ni cortesía empresarial, a saber: el cliente siempre tiene la razón y su poder reside en la (a)normalidad —apetencias y obsesiones—, tal vez un cierto equilibrio entre aventura humana, tortazos CGI, y el consiguiente —y nada fácil de cristalizar para los autores— poso no ya audiovisual sino sentimental. Lo que perdura.

    X-Men: Días del futuro pasado

    En fin, recién empezamos a conocer de nuevo esta dimensión marveliana que, aquí llega el obús, aburrirá incluso a sus más fieles seguidores. Con o sin alopecia, con o sin cómics en la mochila, con muchas ganas de sentir el chispazo en el trasero, justo donde sucumben las expectativas y nace la diversión pura, sin prejuicios ni sospechas autorales. Vengo a pasarlo bien, ¿qué me ofrecen? ¿La no-acción entre acciones pretendidamente enfáticas, solemnes, tediosas, no sin interés y efecto desentumecedor cuando aparece Mercurio, fan de Buffalo Springfield y Pink Floyd, un joven con hipervelocidad que golpea a cámara lenta y al ritmo de una música que mantiene la velocidad 1x de reproducción, y sin embargo un personaje episódico, apenas un bosquejo de lo que será próximamente? ¿Una película cicatera que se consagra única y exclusivamente a un montaje invertido camuflado, ya en el flashback inductor, como si fuese paralelo, que ralentiza el ritmo de las acciones y cuyo metrónomo —un guion que se centra en la pesadumbre de Xavier tras la partida de Raven junto a Erik Magneto Lehnsherr, sin uña cuando se decide a coquetear con la drogadicción que asolaba los años sesenta— a duras penas si consigue variar el compás en dos o tres secuencias que se olvidan tan rápido como se vislumbran. Atrás quedaron —no sé por qué y, visto lo visto, tampoco me interesa— Matthew Vaughn y su X-Men: Primera generación, reboot o reset de una trilogía no ya malograda (o eso dicen los de la mosca tras la oreja) sino con déficit de atención en lo verdaderamente importante: cómo no insultar al público o, mejor aún, cómo no insultar al público y lograr que éste renazca a lo Fénix o Jean Grey con gasolina varias veces por un breve lapso de tiempo. Así, nadie reclamará por un mal gesto o un insulto acontecido hace cuatro decenios. Ni siquiera por el golpe que dentro de diez, nueve, ocho, siete, seis... Qsssss... Interrumpimos la emisión. Última hora: John Fitzgerald Kennedy es mutante y su asesino, Lee Harvey Oswald, también (sic). De ahí se deduce que la bala describiera ese giro imposible hasta dar con el cráneo del trigésimo quinto presidente de los Estados Unidos de América. Oremos y lloremos y recojamos sus sesos esparcidos por el descapotable presidencial. Hoy, mañana, ayer Marilyn Monroe-Zombie susurrará pútrida y sensualmente en prime time y en streaming y para todos los hogares con fibra óptica el Happy Unbirthday, Mr. President, que sonará y se flipará (como esta X-Men: Días del futuro pasado, cuyos pegotes de maquillaje y vello lucen inverosímiles) a través del Primer Televisor Curvo UHD de 85'' con una bandera a media asta y un crespón negro en el marco.

    Happy unbirthday to you / happy unbirthday to you / happy unbirthday, Mr. President / haa-py unbiirth-day to-o you. Y feliz no-cumpleaños a todos los caídos, sospechosos habituales y plantadores de habichuelas mágicas. A Bryan Singer, también. | ★★ |

    Juan José Ontiveros
    redacción Madrid

    Estados Unidos, 2014. Director: Bryan Singer. Guión: Simon Kingberg, Jane Goldman, Matthew Vaughn. Fotografía: Newton Thomas Sigel. Música: John Ottman. Reparto: James McAvoy, Michael Fassbender, Jennifer Lawrence, Nicholas Hoult, Ian McKellen, Patrick Stewart, Hugh Jackman, Ellen Page, Shawn Ashmore, Omar Sy,Peter Dinklage, Evan Peters, Halle Berry, Lucas Till, Daniel Cudmore, Booboo Stewart, Bingbing Fan, Adan Canto, Josh Helman, Larry Day, Amelia Giovanni. Productora: 20th Century Fox / Marvel / Bad Hat Harry Productions.

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