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    Cine Alemán Siglo XXI

    Crítica | Teddy Bear

    Teddy Bear

    TODO MÚSCULO, TODO CORAZÓN

    crítica de Teddy Bear | 10 timer til Paradis, Mads Matthiesen, 2012

    El cine danés no deja de sorprendernos en los últimos años con propuestas sugestivas, originales y totalmente exportables, que han puesto en el disparadero de la fama internacional a nombres como Nicolas Winding Refn –Drive (2011)–, Thomas Vinterberg –La caza (2012)– o Susanne Bier –En un mundo mejor (2010)–. Mads Matthiesen está empezando en esto del cine. Teddy Bear (2012) es su primera película, una especie de versión alargada de un corto que dirigió en 2007 bajo el título de Dennis. Ya en aquel adelanto de la vida de este personaje, Matthiesen hizo gala de una gran delicadeza y buen ojo para retratar las complicadas relaciones humanas. La historia de un grandullón de 38 años, campeón de culturismo, que esconde el alma de inocente y enamoradiza de un niño bajo su ruda apariencia, corría el riesgo de perder su frescura en su salto al largometraje, dando la sensación de producto inflado. Por fortuna, no ha sido así y Teddy Bear nos presenta a un nuevo realizador a tener muy en cuenta en los años venideros.

    Desde la primera escena, donde se nos presenta una desastrosa cita romántica entre el inseguro Dennis y una guapa rubia, los espectadores no pueden hacer otra cosa que sentir una enorme compasión y cariño por tan particular personaje. A continuación asistiremos a la convivencia con su castradora madre, una mujer que parece no asimilar que su hijo es una persona adulta, con necesidades, riñéndole continuamente como si se tratara de un niño. Reveladores son los momentos en que la anciana entra al baño sin llamar a la puerta, mientras Dennis se está duchando o cuando ambos se cepillan juntos los dientes ante el espejo, que indican la falta de intimidad a la que se ve condenado el hombre en su casa. Toda esa inmadurez emocional del personaje de Dennis, contrasta enormemente con su hipermusculado físico, que cultiva a diario en el gimnasio. Cansado de sus decepciones con las chicas en los suburbios de Copenhague, decide probar suerte como su tío Bent, que logró encontrar el amor en un viaje a Tailandia. Pero una vez en el país asiático, descubrirá que las cosas no son tan fáciles y bonitas como se había imaginado, encontrándose con unas mujeres que le ofrecen su cuerpo a cambio de dinero y no el amor verdadero y desinteresado que anda buscando… hasta que aparece Toi, una joven viuda que lleva el gimnasio que le dejó su marido al morir. Con ella, Dennis aprenderá a amar por primera vez, encontrando las fuerzas y el valor para romper el cordón umbilical que le ata a su sobreprotectora madre.

    Teddy Bear

    Esta vendría a ser la sencilla historia de Teddy Bear, un filme que habla de sentimientos perfectamente reconocibles para cualquier espectador. La necesidad de amar y ser amados y las difíciles relaciones entre padres e hijos, están reflejados con gran sutileza y realismo por el debutante realizador. Sus personajes son criaturas auténticas, que rezuman verdad, con las que el público se puede identificar en mayor o menor medida. El gran acierto de la película ha sido el de volver a contar con los dos mismos protagonistas del corto de 2007, que tan buenos resultados interpretativos dieron. Kim Kold supone un feliz descubrimiento. Bajo su imponente fachada de 1.93 m. de estatura y 140 kg de peso, este futbolista, culturista y actor danés sorprende al imprimirle a su rol de Dennis una enorme carga de ternura y sensibilidad. Por su parte, Elsebeth Steentoft vuelve a resultar odiosa en su egoísta papel de progenitora que no duda en utilizar el chantaje psicológico para retener a su retoño bajo las faldas. La veterana actriz está excelente, sin duda. Las escenas que ambos comparten están llenas de veracidad y fuerza, gracias a la lograda química entre los intérpretes, por lo que Matthiesen encuentra en la relación madre-hijo las escenas más intensas y desgarradoras de su obra. En cambio, el director impregna de calma y delicadeza a cada escena entre Kold y la debutante Lamaiporn Hougaard, muy correcta en su papel de la dulce Toi. Pese a que físicamente formen una pareja imposible (contrasta el diminuto tamaño de ella con esa montaña de músculos que es él), la química romántica fluye con naturalidad entre ellos.

    Bajo su apariencia excesivamente simple, Teddy Bear dibuja un interesante retrato de la problemática del turismo sexual, donde muchas personas de los países más ricos aprovechan sus vacaciones para aprovecharse de la explotación a la que son sometidas muchas mujeres que encuentran en el matrimonio por conveniencia, su única forma de escapar de la pobreza. Dennis se encuentra de frente con esta realidad hasta entonces desconocida para él y, consciente de que no es lo que en realidad busca, rechaza los servicios de las atractivas y solícitas muchachas que le ofrece el amigo de su tío, un americano que dedica al proxenetismo. No estamos, afortunadamente, ante el típico filme que sólo sirve de estampa turística de los exóticos parajes en donde se desarrolla la acción. Matthiesen no se detiene en ningún momento a abusar de bonitos paisajes o momentos de transición musical, centrándose en todo momento en el viaje iniciático y de descubrimiento personal de su protagonista. Teddy Bear es una película irremediablemente tocada por un halo de tristeza y melancolía, pero al mismo tiempo, el director sabe oxigenar la historia otorgándole una puerta a la esperanza y a la felicidad de las segundas oportunidades que dejan en el espectador un más que agradable sabor de boca. Estamos ante un magnífico ejemplo de cine independiente europeo, de fuerte calado emocional, sumamente inteligente y carente de florituras gratuitas. Su autor fue justamente recompensado en Sundance 2012 con el premio al mejor director internacional. Todo un logro para un principiante. Sin duda, estamos ante un hombre que aún tiene mucho que decir en esto del cine. ★★★★

    José Antonio Martín.
    crítico de cine.

    Dinamarca. 2012. Título original: 10 timer til Paradis. Director: Mads Matthiesen. Guión: Mads Matthiesen, Martin Zandvliet. Productora: SF Film Production. Fotografía: Laust Trier-Mork. Música: Sune Martin. Montaje: Adam Nielsen. Intérpretes: Kim Kold, Lamaiporn Hougaard, Elsebeth Steentoft, Davis Winters, Barbara Zatler, Patrick Johnson, Sukianya Suwan.

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