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    KILLING THEM SOFTLY (ANDREW DOMINIK, 2012)

    Crítica de Mátalos suavemente Killing them Softly review
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    Mátalos suavemente (Killing Them Softly, Andrew Dominik, 2012)

    “Estados Unidos no es un país, es un jodido negocio”, sentencia el repeinado killer al que interpreta Brad Pitt en Mátalos suavemente, la nueva película del australiano Andrew Dominik tras ese western crepuscular titulado –con nulo gancho comercial, pero de manera inapelable– El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford. Es un asesino a sueldo cuya filosofía le obliga a romper cualquier atisbo emocional con sus víctimas. Asegura que es muy desagradable ver a un hombre implorar por su vida, llorando como un niño que se cobija en los cálidos y protectores brazos de su madre, mientras se mea en los pantalones. Se lo explica a un abogado (Richard Jenkins) o consegliere, acaso un chófer que trabaja para un grupo de mafiosos que han sido desplumados por dos tipos –un yonki putero y un delincuente de poca monta– durante una de sus largas timbas de póker. Y, por supuesto, le han contratado para exterminar a esos pipiolos y al que los contrató. Entre medias, un chivo expiatorio que carga eventualmente con la culpa del robo, pues se reconoció culpable de otro acaecido meses antes: las sospechas, tratándose de tíos con un sentido del humor bastante singular, cuando no violento, se antojan devastadoras para el tal Markie Trattman. O lo que es lo mismo, un Ray Liotta con sobredosis de corticoides y un rostro extrañamente plastificado.

    Al principio, decían, fue el verbo, y Dominik parece habérselo tomado al pie de la letra. El guión –basado en la novela homónima de George V. Higgins– se erige sobre las aptitudes verborreicas de unos personajes y unas situaciones que remiten inexorablemente al noir posmoderno. El antihéroe, Jackie Cogan (Pitt), podría ser el detective, y el amigo al que recurre, el viejo lobo herido que pasó sus mejores días hace unos cuantos años. Aquí, James Gandolfini en modo esponja: se bebe hasta el agua de los ceniceros, siempre y cuando tenga alcohol. El confidente que acaba detonando la esperada masacre. Y ésta, cómo no, debe ser ejemplarmente sangrienta, radiografiando una América inmersa en la campaña electoral que enfrentó al hoy presidente Barak Obama (ese mesías negro que acabó convirtiéndose en el Rey del Pollo Frito) y John McCain (un aparatoso republicano de oscuras intenciones). La crítica a ese prefabricado statu quo se filtra en el discurso de un filme que muestra sus mejores detalles en las escenas de gatillo. Planos y movimientos que nos retrotraen al mapa audiovisual de Martin Scorsese, a la retórica mórbida y pulp de Quentin Tarantino. Menos chistosa, más realista. Unos diálogos excesivos que saturan en los compases decididamente lentos, los mismos que hacen descender la ilustrativa curva que relaciona el tiempo y el interés. Es decir, la calma que precede al clímax.

    Mátalos suavemente es el mejor título irónico para una película que corta sin la presencia de cuchillos, salvaje como una novela hard boiled, pero elegante en el trazo. Su forma, además, prescinde de licencias seudoartísticas. Andrew Dominik y el director de fotografía, Greg Fraiser, acuden al muestrario fílmico del cine de gánsters y al policíaco de, por ejemplo, William Friedkin. Todo ello destilado en el preciosismo que aporta el ralentí (qué bonito y poético el humo brotando de una boca a cámara lenta, qué sobrecogedora la distensión temporal, planos cortos mediante, cuando la sostienen actores del calibre de Brad Pitt), y un poco de mala leche. Ganas de entretener con el arduo compromiso que implica el cine: un difícil equilibrio entre ego –visión personal– y respeto al espectador –dinero–. O inteligencia para mirar con la distancia necesaria. En cualquier caso, el director de Chopper retoma la exaltación de los bajos instintos y acciona el botón de la ópera de clase obrera: rock, soul y cigarillos en el salpicadero de un Mustang o un Cadillac desvencijados. Es la mística del cliché. El cine negro de toda la vida, cuyas deficiencias revelan sin embargo su verdadero carácter soberbio. Hay que derribar el Sistema o adaptarse a la jungla de la Gran Nación. El pueblo, que dirían algunos.

    Juan José Ontiveros.

    Ficha técnica:

    Estados Unidos, 2012. Director: Andrew Dominik. Guión: Andrew Dominik (Novela: George V. Higgins). Música: Varios. Fotografía: Greig Fraser. Reparto: Brad Pitt, Richard Jenkins, James Gandolfini, Ray Liotta, Sam Shepard, Scoot McNairy, Ben Mendelsohn, Garret Dillahunt, Max Casella, Bella Heathcote, Vincent Curatola. Productora: The Weinstein Company / Second Line Stages. Presupuesto: 18.000.000 dólares.

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