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    Cine Alemán Siglo XXI

    LA MUCHACHA DE LA SOMBRERERA (B. BARNET, 1927)

    Anna Sten La muchacha de la sombrerera Devushka s korobkoy
    El director Boris Barnet es para muchos de los amantes del cine soviético el gran desconocido, el gran olvidado dentro de toda una serie fascinante de autores cinematográficos que crearon no solo una escuela y un estilo propios, sino que concibieron enormes avances para el arte cinematográfico y nos legaron una colección de películas prodigiosas. Inició su contacto con el cine en el Taller de Lev Kuleshov para pronto dar comienzo a su carrera cinematográfica como director codirigiendo, con Fyodor Otsep, una película de aventuras en tres entregas, Miss Mend (1926), a la manera de los seriales que habían triunfado en Europa y Norteamérica una década antes. La muchacha de la sombrerera (Devushka s korobkoy, 1927) sería su primera película en solitario. En ella ya daría salida de manera absoluta a su pasión por la comedia, su género predilecto. Él mismo se vanagloriaba de que nada le gustaba más que el humor y que cuando dirigía un drama le encantaba intercalar notas humorísticas en él.

    La muchacha de la sombrerera es una obra maestra de la comedia romántica con momentos esplendorosos. Y muy divertida, con un sentido tan clásico de la comedia que uno entiende a la perfección qué es clásico tal y como nos enseñó Italo Calvino en relación a los libros: es aquella obra a la que uno vuelve una y otra vez sin cansarse jamás, encontrando siempre algún detalle nuevo, sintiendo las mismas emociones, si no acrecentadas, con la intensidad de entonces. Es un ejemplo maravilloso de ese tipo de comedia romántica que en Hollywood estaba desarrollando de forma magistral Harold Lloyd en películas como El tenorio tímido (Girl Shy, dirigida por Fred C. Newmeyer y Sam Taylor en 1924), El estudiante novato (The Freshman, de nuevo Newmeyer y Taylor en 1925) o El hermanito (The Kid Brother, dirigida por Ted Wilde y J. A. Howe y los no acreditados Lewis Milestone y el propio Harold Lloyd en 1927). La muchacha de la sombrerera puede citarse sin rubor al lado de estas tres joyas del cine cómico mudo.

    El inicio es deslumbrante, con Fogelev (interpretado por el actor Vladimir Fogel, al cual ya viéramos de protagonista en esa delicia que es La fiebre del ajedrez), el vendedor de billetes de tren, siguiendo por un paisaje nevado a su amada Natasha (nuestra chica del título, interpretada por la maravillosa actriz Anna Sten) resbalando en el hielo una y otra vez, viéndola perderse al final en un horizonte blanco que asemeja la distancia infinita que los separa. Golpes, caídas, resbalones, peleas y empujones que se sucederán durante toda la película, los grandes recursos del humor en cualquier forma de expresión, logrando momentos desternillantes como cuando Ilya (Ivan Koval-Samborsky), el estudiante enamorado de Natasha, primero y el jefe de esta después van corriendo por la nieve y apartan de su camino con un tremendo empujón al pobre abuelo de Natasha.

    La secuencia en la habitación donde deben convivir como matrimonio Natasha e Ilya, aunque solo firmen como tal al principio por conveniencia, puede hacer pensar en la magnífica película de Frank Capra Sucedió una noche (It Happened One Night, 1934), en la cual Clark Gable y Claudette Colbert se ven obligados a compartir una habitación de motel y levantan una barrera con una manta entre ellos. La de Natasha e Ilya es mucho más modesta. La desnudez de la habitación les obliga a levantar su muro con un par de sombrereras y unos libros, no hay nada más, solo la inocencia con la que se miran y el deseo siempre mezclado con el respeto profundo que impone el amor. 

    Anna Sten The Girl with the Hat Box
    Fotograma de 'La muchacha de la sombrerera', de Boris Barnet
    Pero La muchacha de la sombrerera es también magistral gracias a su protagonista. Anna Sten brilla con una fuerza sobrenatural. No es de sorprender que Samuel Goldwyn la viera en una película y quedara prendado de ella. La contrató y quiso presentarla como una nueva Greta Garbo en los EE. UU. Pero su carrera en Hollywood fracasó, y no precisamente porque el viejo Goldwyn no pusiera todas sus armas a sus pies. Anna no sabía una palabra de inglés, así que lo primero que hizo fue estudiar el idioma de manera intensiva durante un año. Las tres películas que rodó con la Metro Goldwyn Mayer resultaron un fracaso y pronto cayó en el olvido. Y eso que, de estas tres películas, dos podemos considerarlas hoy clásicos absolutos. La primera de las tres, La reina del Boulevard (Nana, 1934), no la he visto, así que poco puedo deciros salvo que Samuel Goldwyn no escatimó en contar para dirigirla con dos directores de primera fila entonces: Dorothy Azner, hoy recordada por ser la única directora del Hollywood de la edad dorada, y George Fitzmaurice, un director hoy muy olvidado pero que en su momento concatenó un éxito tras otro, y que casi una década antes había dirigido al mítico Rodolfo Valentino en su última película, El hijo del caíd (The Son of the Sheik, 1926). Las otras dos fueron firmadas por dos maestros: Vivamos de nuevo (We Live Again, 1934), una maravilla de Rouben Mamoulian donde compartió protagonismo con uno de los mejores y más populares actores de la época, Fredric March, y Noche nupcial (The Wedding Night, 1935), una excelente película de King Vidor. Goldwyn puso lo mejor de sus filas a los pies de la Sten, pero solo una inmensa mala suerte pudo llevar a que estas dos magníficas películas no recibieran el apoyo del público, lo cual significó el fin de su estrella principal.

    En muchos momentos La muchacha de la sombrerera es Anna Sten, es su rostro, sus gestos, sus expresiones las que llenan de vida las imágenes y hacen que la sintamos cercana y viva. Su actuación es moderna, podría aparecer en cualquier película de hoy día y no notaríamos apenas que estaría con nosotros viajando desde algún lugar noventa años atrás. Dentro de la inocencia de la relación amorosa que plantea la película, impensable en nuestros tiempos, conviene destacar cómo su magistral y vibrante actuación ayuda a hacer creíble cómo la pareja protagonista va conociéndose, comprendiéndose y enamorándose, vemos crecer de una manera real la relación entre los enamorados, contagiándonos de su pasión y haciéndonos vibrar con la emoción absoluta del enamoramiento.

    No hay que dejar a un lado la excelente labor interpretativa de Ivan Koval-Samborsky (Ilya), que impregna de humor y humanidad a su personaje, con grandes momentos cómicos. Así su despertar en la habitación de los dueños de la sombrerería, la habitación inhóspita que puede ocupar gracias a su matrimonio arreglado con Natasha, toda una secuencia soberbia donde se combinan a la perfección su gran actuación y la puesta en escena y el juego con los espacios de Barnet, de una inteligencia que suma grandeza a la sencillez de la trama. Pero todo parece de color gris ante la presencia deslumbrante de Anna Sten. Su interpretación resulta pletórica de vida e infiere una poderosa cercanía y calidez a su personaje. ¡Cómo no amarla!

    Otro magnífico ejemplo de la magistral forma con la que Barnet juega con el espacio son las secuencias en las cuales Ilya y Natasha tienen sus dos primeros encuentros. En el primero de ellos están en un espacio pequeño y atestado de gente, el vagón de un tren. Un accidente los hará conocerse. Su segundo encuentro, el que marcará el inicio de su acercamiento emocional, es diametralmente opuesto. Barnet juega así con los espacios contrastados para mostrarnos los dos momentos que los llevarán a acercarse. En esta segunda ocasión será una solitaria y enorme estación de tren. Otro accidente los unirá, aquí la simetría no es opuesta como en los escenarios elegidos. Entre la gente en un espacio mínimo o en la soledad de un espacio inmenso sus cuerpos siempre se encontrarán. Muy poco después lo harán sus almas. Los accidentes cotidianos que harán esto posible son divertidos, nunca dramáticos, por lo que el enfrentamiento que provocan se puede olvidar rápidamente o recordar cambiándole el sentido. Son esas anécdotas que con el tiempo se recordarán de manera agradable por su condición no solo de únicas, sino por haber significado el principio de la relación. La de la estación, la moneda que se le cae a Ilya y que lo lleva a toparse con los pies de Natasha, y en el vagón cuando Ilya salta del maletero al suelo pisando la sombrerera de nuestra Natasha.

    Fruto de los experimentos en el Taller de Kuleshov es el hecho de utilizar el montaje como un arma narrativa más. El montaje en La muchacha de la sombrerera es ágil y fluido, pero muestra algún momento arriesgado formalmente, en especial la escena en la cual se vale de él para dar la sensación de cambio de foco (una conversación en la que Ilya y Natasha discuten) y dar así de manera alternativa mayor o menor importancia a un personaje desenfocándolo y enfocando al otro y viceversa, cortando y montando alternativamente engañando al ojo haciéndonos creer que realmente está cambiando de foco. Dando de esta forma más sentido y fuerza al enfrentamiento entre los personajes. O el montaje ultra rápido en alguna otra escena no para dar sensación de velocidad o prisas, sino para recalcar la toma de conciencia de un personaje, en ese mismo instante, de un detalle en particular.

    Como curiosidad debo añadir que La muchacha de la sombrerera nació como una película que pretendía hacer propaganda del sistema de billetes de lotería del estado. Barnet, junto a su equipo y sus guionistas Vadim Shershenevich y Valentin Turkin, hicieron de un encargo una obra maestra. Y con ella termina nuestro pequeño ciclo dedicado al cine cómico mudo soviético. ¡Esperamos que os haya gustado y, sobre todo, que os haya motivado para querer ver estas grandes películas! Recordad: también hubo risas en el Palacio del Congreso de los Sóviets.

    José Luis Forte

    "Escribe encerrado en una cueva, nunca entra el sol.
    Proyecta películas en la pared, ni que fuera Platón.
    Cuando sale se divierte, aunque solo piensa en volver.
    Cuando por las noches llueve, también le gusta leer."

    Ficha técnica:

    Unión Soviética, 1927. Título original: "Devushka s korobkoy". Fecha de estreno: 19 de abril. Director: Boris Barnet. Guión: Vadim Shershenevich, Valentin Turkin. Productora: Mezhrabpom-Rus. Fotografía: Boris Filshin, Boris Frantsisson. Intérpretes: Anna Sten, Vladimir Mikhajlov, Vladimir Fogel, Ivan Koval-Samborsky, Serafima Birman, Pavel Pol, Yeva Milyutina, Vladimir Popov.

    Devushka s korobkoy poster
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