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    Cine Alemán Siglo XXI

    Crítica | Retorno a Seúl

    || Críticas | ★★★★☆ |
    Retorno a Seúl
    Davy Chou
    Nostalgia inventada


    Alicia Rambla
    Madrid |

    ficha técnica:
    Título original: Retour à Séoul. Año: 2022. Duración: 117 min. País: Camboya. Dirección: Davy Chou. Guion: Davy Chou. Música: Jérémie Arcache, Christophe Musset. Fotografía: Thomas Favel. Reparto: Ji-min Park, Louis-Do de Lencquesaing, Yoann Zimmer, Oh Kwang-rok, Guka Han, Kim Sun-young, Son Seung-Beom, Hur Ouk-Sook, Emeline Briffaud, Lim Cheol-Hyun.

    Hay un lugar en el mundo que nos recuerda que la vida empezó en un punto concreto, y que podía ser salvia o arsénico. Para Freddie (Ji-min Park), ir a Seúl es tomar veneno gota a gota. La capital surcoreana se convierte para la protagonista en una ciudad donde buscar sus raíces, mutar, convertirse en alguien que no es o en su yo más genuino. Dada en adopción cuando era muy pequeña por la imposibilidad de su familia para mantener a una hija en plena crisis financiera asiática, ha vivido toda la vida como francesa. Nunca volvió a Corea. Freddie tiene dos nombres: el francés y el surcoreano. Su viaje será, de ida para la Freddie francesa, de vuelta para la Freddie coreana.

    Retorno a Seúl se construye sobre el conflicto identitario que ha llevado a la protagonista al país asiático. La identidad cultural por un lado, la necesidad de conocer a sus padres biológicos para ayudarla a comprenderse a sí misma por otro. «Somos nuestra memoria, somos ese quimérico museo de formas inconstantes, ese montón de espejos rotos», diría Borges. Solo que Freddie no conserva memoria de su vida en Corea, y su conflicto es no saber si es el espejo el que está roto o es ella misma. La película muestra el camino que pisa para encontrar las piezas rotas de su identidad, a trompicones, a oscuras.

    El relato supone un juego de opuestos ligado a la búsqueda de esta identidad y a la importancia que le da la protagonista a encontrar la verdad de su pasado. El juego se desarrolla a través del día y la noche, la luz y la oscuridad. Ambas coexisten en la caótica Freddie. Si el día sirve para encontrar luz entre la burocracia y los probables encuentros con sus consanguíneos, la noche está para palpar las profundas tinieblas, el basural de la frustración. De aldeas pesqueras donde desayunar pulpo a sótanos oscuros donde el alcohol es simple Cola-cao. Seúl es para Freddie un coche a toda velocidad, su reflejo en el retrovisor, una lágrima que se escapa por la ventana, tan apegada al cuerpo como para arrastrarlo.

    El caos en el que se ve inmersa Freddie se hace notorio en una de las primeras secuencias del film. Freddie invita a cenar a la recepcionista del hostal de Seúl, donde se quedará dos semanas. Ya en el restaurante, percibimos las ganas de la protagonista de conocer lo desconocido. Habla en inglés con los locales, un idioma que ella domina, pero que sus interlocutores no, que en todo caso tampoco es su idioma nativo. El primer contacto con Corea ya supone un problema comunicativo; ella, también, explosiva y aleatoria en un país que constantemente guarda las apariencias, se siente como un pez fuera del agua. Y son varias las secuencias donde el choque cultural es tan palpable que somatiza el conflicto interno de la protagonista. Conocer o no a sus padres, vivir en Francia o en Corea… Es su lucha interna sin solución de continuidad, como si Freddie aceptara que no hay escapatoria, pero aún quisiera intentarlo, ni que fuera para habitar la incertidumbre desde el movimiento.

    Otro de los elementos de los que se sirve Retorno a Seúl para ensamblar sus temas es el contexto de Corea. Si bien ya se ha hablado aquí de la dualidad de los deseos de la protagonista y sus proyecciones personales ligadas a la eterna frustración de la no resolución, el contexto político de las dos coreas y el porqué de ubicar la película en Corea del Sur es bastante revelador. Una película estrenada este mismo año que también juega con la sutilidad de la guerra como analogía de la historia principal es Almas en pena de Inisherin (The Banshees of Inisherin, Martin McDonagh, Reino Unido, 2022). Si aquella usaba la guerra civil irlandesa para mostrar lo absurdo de un conflicto bélico, en Retorno a Seúl se usa como catalizador de Freddie en cuanto que las dos coreas en un momento fueron una y la posible emergencia nacional es el pan de cada día, está en el imaginario colectivo. No es casualidad que, en un momento de la película, la protagonista decida dedicarse al negocio de la industria armamentística, específicamente la compra-venta de armas para Corea del Norte. De nuevo, echa leña al fuego en conflictos que, escalen o no, parecen que no tienen solución. Las raíces que Freddie quiere plantar en Corea se pudren en el agua estancada de la romantización. La realidad es la que es. Lo otro, sal en una herida abierta.


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