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    Crítica | Camino a La Paz

    Camino a la paz

    Road movie sudamericana

    crítica de Camino a La Paz (Francisco Varone, 2015).

    Gran tradición en el cine occidental: la película de viajes. El road movie atraviesa toda la historia del cine y continúa la estructura argumental del bildungsroman o novela de aprendizaje: se narra la historia de un viaje que es, a la vez, literal y simbólico. El movimiento físico va de la mano de un cambio a nivel espiritual. Bajo este esquema básico pueden construirse maravillas: Thelma and Louise, Il Soprano, Badlands y, en cierta medida, Wild Strawberries. Para su primer largometraje, Francisco Varone elije este esquema narrativo y lo adapta al estilo argentino al contar la historia de Sebastián, joven perezoso, desempleado y algo nihilista que se muda a una casa nueva y comienza a trabajar de remisero sin licencia. De este modo, Sebastián conoce a Khalil, un anciano musulmán que quiere peregrinar hacia La Meca. Para eso, necesita primero recorrer los paisajes argentinos para llegar a La Paz, capital de Bolivia. Varone demuestra en todo momento una profundidad emocional que transmite con cierta sutileza. Sebastián no es el estereotipo de personaje joven engreído que no entiende nada acerca de la vida: nos encontramos en su papel a un muchacho sensible, fanático de Vox Dei, y con un pasado que todavía no ha terminado de cerrar. Su compañero, Khalil, no es tampoco el anciano sabio o el “sensei” de las historias japonesas promovidas por la cultura popular norteamericana. Este primer —y único— alejamiento, por parte de una película que carga, a partir de la elección del género, con toda una tradición sobre sus hombros, le otorga desde el inicio cierta libertad, algo de aire.

    El inicio de la película es lento. La presentación de los personajes exige una extensión temporal que por momentos la vuelve densa. La riqueza que posee Camino a La Paz no la encontramos en su primera mitad, cuando se realiza el desfile de los personajes y se provoca el conflicto —según la receta que dictan los ejemplos anteriores del género— sino, como se ha dicho, en las tentativas —no realizadas completamente— de apoderarse del genero popular del road movie. En este sentido, el filme de carretera —diríamos nosotros— rodado en las rutas argentinas, con la cámara enfocando los grandes campos y las montañas norteñas, con Vox Dei de fondo, es un éxito a nivel cultural. El triunfo del largometraje de Varone consiste en apropiarse del elemento masivo de este tipo de narración y hacer surgir desde allí lo propiamente argentino. Es de esta manera como la película se posiciona firmemente en este rincón del mundo. Sebastián representa adecuadamente el modelo cultural del joven argentino. El esquema narrativo plantea la evolución de la psiquis de un personaje. Así pues, siempre debe haber un elemento que desencadene el cambio: un suceso que muestre la inestabilidad del aparente orden en la vida del protagonista. En esta ocasión es la aparición del anciano Khalil, con su mal humor, su determinación y su profundo sentimiento religioso.

    Camino a la paz

    «Camino a La Paz recurre demasiado a las estructuras tradicionales; que, con una intención acertada, adapta las estructuras formulaicas del cine estadounidense a los suelos sudamericanos, pero que falla a la hora de llevar esa re-escritura (y la transgresión que ello exige) a límites más productivos».


    Desde el momento en que el anciano sueña que Sebastián sería su chofer, se inicia la una relación dialógica entre ellos, que es posible resumir en el modelo de la “dispareja”, tan vista desde los inicios del cine, por ejemplo en las películas cómicas de Laurel y Hardy. La película comienza —y la narración nace— en el encuentro de dos sujetos, en una dialéctica que pone marcha el cambio en ambos. Como toda película de viajes, lo que hace avanzar al relato es la búsqueda: del destino, de la felicidad, de un lugar en el mundo. Cerrar las heridas pretéritas para encontrar un futuro en el camino. En este caso, la personalidad irresponsable y poco comprometida de Sebastián es puesta en relieve por la actitud devota y la plenitud espiritual de Khalil. La problemática toma una nueva arista: la del joven que, saliendo a la vida, herido por su pasado, encuentra protección en el desinterés y la indiferencia, y se aferra a sus pocas certidumbres (el asado, la guitarra y el auto que le heredó su papá) para enfrentar el futuro. Sebastián encuentra en su anciano compañero una posición distinta hacia la vida; una forma diferente de encontrar sentido en ella. Sebastián debe, como dice el anciano, cortar la cuerda (de sus fantasmas), y avanzar. El final, tal vez demasiado auspicioso (otros dirían, predecible y muy cerrado), hace resonar unos bellísimos versos de Moisés, que contienen y multiplican las emociones de un personaje que ha ido creciendo en expresividad a lo largo de la travesía: “¿Por qué te salvan niño del río? / Es que quizás no debas morir.” Varone contó tras el pase de prensa que la filmación fue también un viaje educacional, de él y su equipo, a lo largo de la misma ruta que transita Sebastián y Khalil en su Peugeot 505. Efectivamente, se respira en el filme el clima de odisea didáctica, el sentimiento de aventura, del destino incierto, el sendero de iniciación del adolescente que se convierte adulto. Sin embargo, poco más cabe rescatar de una película que recurre demasiado a las estructuras tradicionales; que, con una intención acertada, adapta las estructuras formulaicas del cine estadounidense a los suelos sudamericanos, pero que falla a la hora de llevar esa re-escritura (y la transgresión que ello exige) a límites más productivos. Su filme se queda a medio camino entre la tradición y lo nuevo, entre lo universal y lo local. Con suerte, este primer largometraje iniciático de Varone sirva como una base a partir de la cual construir una identidad como director de cine, más personal y desligado de las fórmulas y los lugares comunes. | ★★ ½ |


    Franco Denápole
    © Revista EAM / Festival de Mar del Plata


    Ficha técnica
    Argentina, 2015. Título original: Camino a La Paz. Director: Francisco Varone. Guión: Francisco Varone. Música: Vox Dei. Fotografía: Cristian Cottet; Productoras: Gema Films / Concreto Films / No Problem Cine / Habbekrats / Hanfgarn & Ufer Film und TV Produktion / INCAA; Reparto: Rodrigo De la Serna, Ernesto Suarez, Elisa Carricajo.

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