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    Cine Alemán Siglo XXI

    Crítica en serie | Refugiados

    Refugiados

    Ciencia-ficción de personajes

    crítica a Refugiados (2015).

    La Sexta, BBC | The Refugees | Miniserie de 8 capítulos | España, Reino Unido, 2015. Creadores: Ramón Campos & Gema R. Neira & Cristóbal Garrido & Adolfo Valor. Directores: David Pinillos, Elías León. Argumentistas: Ramón Campos, Gema R. Neira, Cristóbal Garrido, Adolfo Valor. Dialoguistas: Gema R. Neira, Adolfo Valor, Ramón Campos, Cristóbal Garrido, María José Rustarazo. Reparto: Natalia Tena, Will Keen, David Leon, Dafne Keen, Jonathan D. Mellor, Ken Appledorn, Charlotte Vega, Gillian Apter, Brendan Price, Benjamin Nathan-Serio, Gary Piquer, Morgan Symes, Nick Devlin, Reg Wilson. Productoras: Bambú Producciones, Atresmedia Televisión, BBC Worldwide. Fotografía: Jacobo Martínez. Música: Federico Jusid.

    Rodeada de un bombo mediático considerable y con promesas de cambio llegaba a las pantallas españolas Refugiados, una de las mayores apuestas de la ficción de nuestro país. Una apuesta cuyos resultados han sido a la vez irregulares y estimulantes, que parecía destinada a no poder ser todo lo que se nos vendió que era, pero que demuestra que existe la capacidad y talento para hacer cosas diferentes. Esta miniserie, creada por Ramón Campos, Gema R. Neira, Cristóbal Garrido y Adolfo Valor, fue anunciada enfatizando sus aspectos de ciencia-ficción, aunque el posterior desarrollo ha sido más el de un drama de personajes. La interesante premisa, el viaje en el tiempo de un gigantesco grupo de personas para escapar de un virus mortal en 2064, se ha vivido a través de las consecuencias de este suceso en un pequeño pueblo, y más específicamente en dos familias y algunos hombres del lugar (dos policías y el dueño de un tienda de armas). Una de esas familias, formada por Sam, Emma y la joven Annie, ha sido la fuente de la mayoría de las tramas. En medio de la noche, el misterioso Álex llega a su puerta, enviado por la Annie de 2064 para evitar un suceso traumático. Aunque cualquiera sabe, como pura matemática de la ciencia-ficción en particular y la televisión en general, que no se puede cambiar el pasado sin consecuencias, y las de su intervención serán rotundas. Si Refugiados es un producto tan especial es porque es una co-producción entre Atresmedia y la BBC, hecha más que nada para poder sacar estructuralmente adelante una idea tan arriesgada para nuestra industria. De los ingleses hemos heredado el idioma, parte del reparto y la duración (50 minutos por entrega frente a los 70/90 de nuestro país), y se diría que los creadores han trabajado con gran libertad porque la miniserie está repleta de hallazgos de guión que escasean en la producción propia, como el uso de las elipsis o las acciones fuera de campo para hacer avanzar la trama.

    Rodada en España y con equipo técnico patrio, Refugiados empieza con mucha garra y personalidad, con un doble episodio (decisión enteramente de la cadena) que aúna tensión, misterio y una ambientación de primera. Los múltiples enigmas que su argumento despertaban, así como las esquivas intenciones de los refugiados, crearon unas expectativas que en perspectiva han quedado algo infundadas. Y es que pasados unos capítulos lo macro se hizo micro y todo se encalló en una fórmula de repetición (el discurso de Óscar de Ellos contra Nosotros, la enemistad de los padres de Sophie contra Christian) y se tomó una decisión muy discutible al convertir el drama en casa de la familia protagonista en un triángulo amoroso de trágicas consecuencias. Al final reinaba una cierta indefinición argumental, y la jugosa premisa ha quedado desaprovechada. Se comienza documentando con fuerza las circunstancias y consecuencias de un acontecimiento así, la llegada súbita y masiva de millones de personas del futuro, pero siete semanas después quedan demasiadas preguntas en el aire y subtramas desatendidas como para quedar satisfecho, como para no pensar que hay otra historia (mejor) que podría haberse contado. La abundancia de parches (una madre muere y otra la sustituye) y puntos suspensivos hacen mella en la calidad global del proyecto, y es una pena que se diluya un punto de partida tan prometedor por no administrar mejor el tiempo y no equilibrar las subtramas.

    Refugiados

    «Refugiados ha fallado por momentos, y algunos importantes, pero la voluntad de marcar la diferencia estriba su mayor logro. Un desigual aunque considerable intento de sentar cátedra».


    Aunque hay algo muy destacable en Refugiados, algo de lo que puede alardear con orgullo y que la pone a automática distancia del grueso de nuestra televisión, y esto es su acabado visual y la pericia técnica de sus responsables. La ficción española es cada vez mejor desde el punto de vista técnico cuando tiene el empeño de serlo, cuando se invierte lo suficiente en que esto sea así, pero esta miniserie es otro nivel. La fotografía de Jacobo Martínez y la dirección de David Pinillos y Elías León Siminiani hacen que las propuestas de la cámara no parezcan un capricho o una idea económica para ahorrar, sino que logran dialogar con las situaciones hasta constituirse como la mejor opción posible. Hablamos de planos-secuencia de hasta más de cinco minutos para, por ejemplo, recoger la creciente tensión de una situación (la visita de Emma a la cárcel para confesarle a Sam el duro resultado de la agresión de Óscar, la huida de la joven Annie tras la paliza a su madre); el uso de la cámara en mano para que la acción se ponga tan nerviosa como lo están los protagonistas; o las escenas de cámara fija en los paseos en coche, donde se confía en la inteligencia del espectador para entender los sucesos que están pasando al fondo del encuadre. Lo técnico se une a lo artístico, al buen trabajo de un reparto que lidia con el ocasional esquematismo (en Óscar o la familia de Félix y Gloria) con talento, y hace que los conflictos de sus personajes sean creíbles. Refugiados ha fallado por momentos, y algunos importantes, pero la voluntad de marcar la diferencia estriba su mayor logro. Un desigual aunque considerable intento de sentar cátedra, de demostrar que hay otros caminos narrativos en nuestra industria televisiva. Y se ha elegido además un vehículo que invita a la reflexión, que no se queda en la superficialidad del entretenimiento autocombustible y que trata sobre temas adultos, llegando a conclusiones desoladoras y valientes. Se han tratado tópicos como la fe, el miedo, la otredad, la fragilidad de la familia o la inevitabilidad. Con más o menos fortuna, pero se han tratado, considerando que la audiencia tenga algo sobre lo que pensar cuando lleguen los créditos. Esta miniserie es un paso hacia delante en la ficción española, una apuesta con riesgo y ganas de hacer las cosas de manera distinta que precisamente por ello se merece nuestra simpatía. | |

    Adrián González Viña
    Redacción Sevilla


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