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    Crítica en serie | Cougar Town (2009-2015). Análisis final

    Cougar Town

    De lo prometedor a lo agónico: Decadencia de una sitcom

    crítica a Cougar Town (2009-2015)

    ABC, TBS / 6 temporadas: 102 capítulos | EE.UU, 2009, 2010, 2011, 2012, 2013, 2014, 2015. Creadores: Bill Lawrence & Kevin Biegel. Directores: John Putch, Michael McDonald, Courteney Cox, Bill Lawrence, Gail Mancuso, Bruce Leddy, Chris Koch, Michael Spiller, Josh Hopkins, otros. Guionistas: Kevin Biegel, Bill Lawrence, Melody Derloshon, Blake McCormick, Peter Saji, Mary Fitzgerald, Sean Lavery, Jessica Goldstein, Chrissy Pietrosh, Ryan Koh, Sam Leybourne, Sanjay Shah, Brad Morris, Emily Wilson, Kate Purdy, otros. Reparto: Courteney Cox, Christa Miller, Busy Phillips, Dan Byrd, Josh Hopkins, Ian Gomez, Brian Van Holt, Bob Clendenin, Ken Jenkins, Carolyn Hennesy, Barry Bostwick. Fotografía: Andrew Rawson, Sylvain D`Hautcourt. Música: Waz, Jackson & Golden/Sgro.

    La vida profesional de Courteney Cox dio un vuelco en apenas seis meses, de junio a octubre de 2008. Su retorno a la televisión tras Friends (1994-2004) y se debut como productora televisiva, la corrosiva y notable Dirt (2007-2008) fue cancelada sin oportunidad de despedida. La actriz no tardó mucho en encontrar trabajo, y en un mes se anunció que iba a participar en tres capítulos de la octava temporada de una magnífica rara avis dentro del mundo de las sitcom, la extravagante Scrubs (2001-2010). Cox estuvo espléndida dando vida a una implacable médico que quería administrar el hospital donde sucedía la acción de la serie con demasiado mano dura, y su paso por la serie se saldó con un nuevo trabajo, uno que le iba a ocupar los siguientes seis años y medio de su vida. A saber, su buen entendimiento con Bill Lawrence, el creador de Scrubs, unido a una idea que Lawrence había tenido tras una noche charlando con su esposa, la actriz Christa Miller, germinó en la situación originaria de Cougar town, que se despidió definitivamente de los espectadores tras 102 entregas hace unos días, dejando un legado tan peleón como, tristemente, mediocre. Con Cox como protagonista y productora y la buena disposición de ABC, que había salvado Scrubs tras ser cancelada por la CBS en 2008, Lawrence se unió a uno de los guionistas de su comedia médica, Kevin Biegel, y escribieron la base de una sitcom que se las prometía “atrevida” (léase para los parámetros de las comedias de situación en abierto). Una historia sobre una cuarentona divorciada y de buen ver con un hijo adolescente que decide empezar a salir con veinteañeros con especial lujuria por las maduritas. El propio título de la serie hacía referencia a esta génesis, ya que a las mujeres con esa predilección se las denomina en inglés “cougars”.

    Y así arrancó la serie en septiembre de 2009, con moderado éxito y ganas por parte de los fans (tanto los de la actriz como del co-creador más experimentado), pero pasó algo no muy frecuente, con este nivel de radicalidad, al menos. La jugosa premisa se les quedó corta a Lawrence y Biegel y se dieron cuenta de que las escenas donde el grupo protagonista (la protagonista, su hijo, su ex-marido, su vecina y mejor amiga, el marido de ésta, su compañera de trabajo y amiga y ocasionalmente el vecino de enfrente) simplemente estaban juntos y charlaban eran más divertidas de escribir, y el reparto funciona bien como agrupación coral. Así que, increíblemente, desecharon la faceta “cougar” de Jules Cobb en el capítulo seis y a partir de ahí nació la verdadera Cougar town, la que ha existido hasta el final. Una sitcom más sobre un grupo de amigos a los que les pasan cosas cada semana, aprendiendo lecciones y evolucionando con el tiempo. Crearon eficaces running gags (los cambios al diccionario, los entierros de las copas de vino, el Penny Can, la inapropiada relación de Jules y Travis) y supo reírse de sus propias pequeñas incongruencias. Y durante un tiempo fue buena, a veces muy buena (los primeros 10/15 episodios son estupendos), pero acabó siendo una parodia involuntaria de los males del género, con dos temporadas finales que hay que verlas para creerlas y donde las incongruencias se hicieron grandes y los parches de guionistas perezosos se apilaban sin mesura.

    Cougar Town

    Una vez establecidos como espectadores en ese nuevo paradigma argumental, los guionistas se dedicaron a explorar con gracia las opciones que ofrecen este tipo de premisas. Las parejas, tanto sentimentales como puramente cómicas, las tramas en grupo, las puntuales incursiones de otros personajes (la pícara Barb como único resquicio del tema “cougar”), las exploraciones profesionales y la gradación de sus trayectorias personales, con cambios de empleo, mejora en las condiciones de vida y la evolución académica del benjamín del grupo. Se establecieron un par de lugares fijos donde los personajes pasaban el tiempo (la casa de Jules, el bar de Grayson) y se asentó una fórmula ligeramente susceptible al cambio, pero no mucho. Una fórmula que fue efectiva durante varias temporadas, mientras se exploraban estas opciones y la rutina se alteraba con algún cameo de lujo (Lisa Kudrow, una extraordinaria Jennifer Aniston, Beverly D`Angelo, Nia Vardalos, Lou Diamond Phillips haciendo de sí mismo). Se estableció que Jules y Grayson eran la gran pareja de la serie, que Ellie odiaba a Laurie, que Andy y Bobby eran los mejores amigos del mundo y que Travis era una suerte de testigo cínico de la locura de los adultos. Courteney Cox fue merecidamente nominada al Globo de Oro como Mejor actriz cómica en 2010 y la serie contó con el favor de ABC y de los espectadores durante dos temporadas. Pero la cosa cambió.

    La tercera temporada solo obtuvo 15 episodios en lugar de los 22/24 habituales y la cadena no anunció su fecha de regreso para el otoño de 2011, y se negaba a concentrarla para la prensa. En el mundo televisivo eso suele significar que una serie va a ser cancelada y relegada a un estreno tardío, así que los creadores decidieron cerrar la trama romántica principal y casaron a Jules y Grayson en el final de la tercera temporada, emitida en la primeravera de 2012 sin mucho apoyo de ABC. La única incógnita narrativa que la historia dejaba ahora tenía que ver con los sentimientos de Travis por Laurie y saber si el padre de Jules, Chick (Ken Jenkins) iba a empeorar mucho debido a su Alzheimer. Esa quincena de capítulos contó con un momento álgido cuando se hizo un metachiste a costa de Scrubs. Una reunión de hasta siete intérpretes de la comedia médica (Miller, Jenkins, Zach Braff, Sarah Chalke, Robert Maschio, Bob Clendenin y Sam Lloyd) cuando el personaje de Lloyd en Scrubs hacía un cross-over con Cougar town y dudaba de su sano juicio al ver a el resto de actores nombrados dando vida a nuevos personajes. El ex-marido de Cox y socio productor David Arquette intervino en el final de la temporada dando vida a un encargado de hotel de actividades criminales, y la misma escena de la boda de los protagonistas en la playa contaba con un cameo del propio Lawrence, algo que ya había hecho en el final de la octava temporada de Scrubs, también concebido como final de la serie antes de ser renovada por sorpresa. Y eso le sucedió también a Cougar town, cuando la cadena de basic cable TBS, especializada en sitcoms, le dio una nueva vida que finalmente ha sido de tres años más. 41 episodios que han acabado dañando a la serie y pisando la pequeña sombra de legado que pudo tener alguna vez. Lo curioso es que ha dado oportunidades a que cuatro de sus protagonistas, Cox, Busy Phillips, Josh Hopkins y Brian Van Holt, hayan dirigido entregas. El caso de Cox fue tan frecuente que hasta se encargó del final de la comedia, sumando doce episodios en total.



    Si durante buena parte de la cuarta tanda la gracia seguía presente, ya sin la frescura de antaño pero al menos con sentido dentro de lo que eran los personajes, llegó un punto donde lo mecánico y rutinario dio paso a lo, simplemente, ridículo. Hasta el cameo de Matthew Perry en Like a diamond (5.2) no funcionó, y no por falta de voluntad por parte del actor, un cómico nato. Era triste observar cómo los guionistas cambiaban a los personajes en una desesperada búsqueda de comedia que no llegaba. Así, Grayson era más tonto, Travis dejó de tener aspiraciones artísticas y carisma y las dinámicas personales no eran ya solo predecibles y mil veces vistas, eran encima ortopédicas. Hasta el reparto, otrora chispeante, se acomodó casi al completo en unos tics y una manera de recitar los chistes que clamaba a gritos su poca disposición por seguir explorando dentro de su arsenal cómico. Sólo Phillips fue capaz de seguir resultando divertida como la insólita Laurie, alegre mujerzuela de manual que solía arrancar las mejores risas de la función con su increíble pasado y su léxico abominable. Ian Gomez lo intentaba, pero Andy estaba ya muy perdido como para ser capaz de darle vida. La progresiva integración del inquietante vecino Tom como elemento cómico funcionaba con intermitencia. Y cuando la serie trataba de sacar pecho dramáticamente, con momentos de emoción, ya sí que todo era directamente insostenible. Lawrence y Biegel dejaron su puesto de showrunners tras el cambio de cadena y ya no supervisaban el día a día de las tramas, lo cual influyó con seguridad, aunque no dejaron su trabajo del todo. De hecho, han co-escrito el último episodio con el showrunner Blake McCormick, aunque ya los personajes no tenían salvación alguna.

    Cougar Town

    La última temporada, concebida como tal desde el principio, apenas ha aprovechado las posibilidades de construir con mimo y cariño una despedida memorable. Van Holt dejó la serie tras el segundo episodio sin que esto haya supuesto mucha diferencia, y apenas se ha tratado de resolver nada en concreto, o al menos como parte de una idea de punto y final rotundo. Travis y Laurie (interpretados por una pareja sin química alguna) son padres y ganan dinero con estabilidad, Ellie vuelve al mundo laboral y Andy por lo tanto se convierte en amo de casa; Tom consigue una novia y Jules y Grayson siguen felices. Y nada va a cambiar. El cierre es definitivo, pero nada especial. Ninguna sensación perdurable, y hasta casi un insulto que las últimas intervenciones de Chick no hagan mención a su enfermedad, que se supone va a peor. Son todo pegas y una pereza formal y narrativa que inevitablemente se acaba pegando al espectador, donde hasta 20 minutos se pueden hacer eternos. Quizá la curiosidad, y una mezcla de morbosa atracción hacia lo mediocre, sea lo que haya llevado a este crítico a ver Cougar town de forma completa. Pero está claro que la decisión ha hecho más daño que bien. | ★★ |


    Adrián González Viña
    Redacción Sevilla



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