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    Crítica | Chrieg

    Chrieg

    Rabia azulada

    crítica a Chrieg (2014), dirigida por Simon Jaquemet. | ★★★★ |

    Hasta hoy, la literatura exaltó la inmovilidad pensativa, el éxtasis y el sueño. Nosotros queremos exaltar el movimiento agresivo, el insomnio febril, el paso ligero, el salto mortal, la bofetada y el puñetazo. Estas palabras, pertenecientes al manifiesto de los futuristas italianos firmado ya hace la friolera de un siglo, parecen representar a la perfección la indignación adolescente y la furia visceral que experimentan los protagonistas de este virulento drama suizo. Chrieg, proyectada en la sección Nuevos Directores del reciente Festival de San Sebastián es el primer largometraje de Simon Jaquemet tras una trayectoria ascendente en el mundo de los cortos y los clips musicales. En ella, nos meteremos en las entrañas de Matteo, un joven problemático que tras protagonizar varios episodios que disgustan a su familia, se ve obligado por ellos a pasar una estancia de tres meses en una granja remota de las montañas a modo de correctivo. Dar un paseo por el bosque con su hermano de escasos meses y que éste retornase a casa con una brecha en la cabeza, llevar a su habitación a una prostituta o las habituales broncas y disidencias con su padre son los detonantes para este particular ostracismo rural al que es condenado.

    Sin embargo, el granjero del lugar al que ha sido enviado pasa el día ebrio o durmiendo, y son otros tres adolescentes los dueños del control del lugar. En una especie de retiro que acentuará los demonios que lleva dentro pero no por ello privado de una especie de grotesca catarsis, Matteo comienza este viaje por una atmósfera de salvajismo y desamparo desde la tortura y la sumisión, pues nada más llegar es sometido por los tres integrantes (dos chicos y una chica totalmente privada por consenso de sus atributos femeninos), a una serie de pruebas requeridas para pasar a formar parte del grupo. Así, se enfrenta a una serie de denigrantes vejaciones, desde estar metido en una jaula, llevar una cadena por collar y ladrar como un perro a raparse la cabeza o buscar una llave entre las vertiginosas alturas para formar parte de este clan, de aspecto y conducta neonazi, pero que no se ampara bajo estos supuestos ideológicos ni parece bucear en ninguna pretensión política. Y mientras la idea de sus padres era reconducir a Matteo al buen comportamiento mediante la mano dura y la rígida disciplina, la conversión es completamente a la inversa, y asistimos a lo largo de toda la narración a una deshumanización progresiva y feroz del muchacho, pareja a la de sus nuevos amigos. Chicos perdidos en el mundo y presos de una furia irracional de la que no pueden deshacerse.

    Chrieg

    La película, de visionado farragoso y difícil de deglutir en ciertos pasajes por la exasperación que podemos sentir ante la violencia que se respira y la irracionalidad contagiosa y creciente del grupo, transita a través de este atribulado Matteo, los vínculos que estrecha con sus nuevos compañeros y su paulatina liberación-denigración personal. Cuánto más da rienda suelta a sus instintos más primarios y más se une a las actividades propuestas por el resto, mejor se siente consigo mismo. En un mundo caótico alejado de la ciudad y de las convenciones domésticas y sociales de sus familias, los cuatro jóvenes dejan que la anarquía y la agresividad gobiernen sus rutinas, en un festín diario de robos, coches ardiendo, palizas, petardos, cigarros y revistas porno. Sin que nada ni nadie les diga lo que tienen que hacer, su reclusión en las montañas consolida su inadaptación y aumenta el deseo que tienen de vivir lejos de la sociedad y de sus cánones. La evolución de Matteo, por lo tanto, es bastante paradójica y compone una inteligente metáfora acerca de cómo la sociedad engendra jóvenes violentos y lejos de poder reconducirlos, los condena al aislamiento y a la negatividad extrema.

    Ellos repudian su procedencia, los países a los que pertenecen y los valores en los que han sido educados desde críos. Y rebelarse ante esa estructura o querer romper el espejo en el que se ven reflejados los lleva a la compulsión por destrozar hogares (magnífica secuencia en la que entran en una mansión opulenta y hacen pedacitos una obra de arte), odiar a la sangre de su sangre (hecho que nos pone los pelos de punta en las secuencias finales del filme), o denigrar al propio dueño de la granja. Una y otra vez, demostraciones en pantalla del desprecio absoluto que, como aquellos futuristas de comienzos de siglo XX, sienten por la fraternidad, el pacifismo, la familia, el amor convencional, la política o el pasado. Únicamente se sienten vivos y libres en ese espacio montañoso a donde la civilización no llega, haciendo gala de su amor por el ruido, la violencia, la velocidad y el nihilismo. La fotografía de tonos oscuros y azulados y esa estética de tintes pesimistas y tenebrosos, con planos largos, panorámicas de paisajes y encuadres cercanos a los rostros de los protagonistas, constituyen buenos recursos para desplegar la historia sin final feliz de Chrieg, un ejercicio bastante denso que consigue finalmente transmitirnos el desamparo de este puñado de jóvenes erráticos. La mirada de Matteo nos reconduce al abismo. A una rabia existencial absurda y corrosiva como un bicho devorando las entrañas, a un vacío interno más grande que todas esas montañas nevadas y despobladas de bullicio. También nos muestra la languidez, la fragilidad y la indiferencia emocional de una generación de adolescentes europeos desubicados y vacíos, inundados de estupor y frustraciones. Siervos de la destrucción. Inadaptados a los que sólo les queda su propia negación. | ★★ |

    Andrea Núñez-Torrón Stock
    redacción Santiago de Compostela

    [1] Lectura complementaria: crítica a Chrieg de Gonzalo Hernández en el marco del Festival de San Sebastián.


    Suiza, 2014, Chrieg. Director: Simon Jaquemet. Guión: Simon Jaquemet. Productoras: Hugofilm Productions GmbH / Schweizer Radio und Fernsehen. Fotografía: Lorenz Merz. Reparto: Benjamin Lutzke, Stefan Weibel, Ella Rumpf, Sascha Gisler, John Leuppi, Livia S. Reinhard, Ernst C. Sigrist. Presentación oficial: Nuevos directores (Festival de San Sebastián 2014).


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