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    Cine Alemán Siglo XXI

    Toronto 2014 | Día 1. Críticas: 'El juez (The Judge)' & 'Laggies'

    El juez

    Welcome to Toronto

    Crónica de la primera jornada del Festival de Toronto 2014

    No hay nada asegurado en el programa del Festival Internacional de Cine de Toronto. El certamen nos recibía con un cambio de última hora, en la misma víspera del 4 de Septiembre —día de apertura oficial—. Un reajuste en el horario de una docena de sesiones, entre ellas el drástico traspaso de hora de la que iba a ser la película de apertura, El juez, a las 12 del mediodía. La cinta de David Dobkin se caía hasta las 18:30 de la tarde, rompiendo algunos esquemas. The Voices, lo último de Marjane Satrapi, se estrenaba a las 8 de la noche y The Judge, con una duración de 141 minutos, acaba solapando hasta en una hora el pase, con lo cual, para asegurarnos la cobertura de la cinta inaugural, optamos por sacrificar a The Voices, al menos temporalmente. El desbarajuste nos lleva a aprovechar la situación. En el programa se han asegurado muchas presencias destacadas en Cannes, entre otros el último trabajo de Melanie Laurent como directora, la sutil Respire de la que ya os hablamos en Cannes. Entre retrasos en los primeros pases del mediodía, optamos por empezar la cobertura con una pequeña licencia. Revisionar una de las apuestas más fuertes del año: Whiplash. La sensación sigue siendo la misma, un filme poderoso, lleno de vitalidad y efervescencia, de música y edición soberbia, que pone los pelos de punta. Es el primer pase del filme en Toronto y, curiosamente, aunque el recibimiento es cálido, se queda lejísimos de lo que algunos presenciamos en Cannes: toda una sala en pie ovacionando a director y actor durante casi cinco minutos: un J. K. Simmons en uno de los papeles de su vida.

    Así nos ha recibido el primer día. Con sensaciones encontradas. Uno llega a Toronto aún con el chip europeo y, tal vez inconscientemente, espera encontrarse con las mismas reglas. Muy al contrario, en el TIFF hacen muy bien algunas cosas, pero el trato es distinto. Por un lado, nuestro nivel de acreditación sólo nos asegura cinco tickets en pases de público para todo el festival. Esto es importante, pues la cantidad de películas que el certamen mete en su programa hacen tarea difícil encajarlas todas de tal forma que ninguna quede fuera. Es casi necesario recurrir a pases nocturnos de público para poder recuperar ciertas cintas que, ya sea por imprevistos o desajustes de última hora, o por pura imposibilidad, acaban cayéndose del planning diario. Por ello, el límite de tickets resulta algo molesto, y aunque uno puede recurrir a la denominada Rush Line (cola que se abre 15 minutos antes de empezar el filme y te asegura una butaca en caso de que la sala no se llene), nadie te asegura que el riesgo vaya a salir bien. Es parte de la estrategia que conlleva organizarte el día, sacrificar un filme por otro, e intentar situarlo en otro hueco.

    TIFF

    Por otro lado, tales cuestiones quedan en un segundo plano gracias al trato tan abierto que el TIFF muestra con los asistentes. El servicio de voluntariado del Festival tiene buena fama, y no es para menos. Efectivamente, en cada esquina de cada centro oficial abundan estudiantes con camisetas naranjas, y el logo oficial, dispuestos a ayudarte en lo que sea, y además de manera genuina. A diferencia de la Croisette, Toronto muestra un carácter mucho más amable a la prensa, y eso se agradece. La comida está permitida en las salas y los asientos son reclinables. Además, la disposición de los teatros es muy cómoda. Los más importantes están en la misma calle. Y casi la totalidad de los pases de prensa tienen lugar en un único edificio, el Scotiabank Theatre. Un cine bajo el nombre de uno de los bancos más importantes de Canadá que goza de unas instalaciones envidiables al más puro estilo cine multisalas urbano. Uno se pregunta porque un sistema tan claramente sencillo no se adopta más en otras organizaciones, pues ahorraría muchos quebraderos de cabeza y carreras de último minuto. Así pues, el TIFF nos presenta sus primeras cartas, con The Judge como plato fuerte del día.

    Laggies

    Laggies

    Dirigida por Lynn Shelton.
    Reparto: Keira Knightley, Chloë Grace Moretz, Sam Rockwell, Gretchen Mol.
    Estados Unidos, 2014
    GALAS

    Laggies (2014) es la primera película, tras el revisionado de Whiplash (2014), que nos recibe en la sección Galas del certamen. Estrenada en Sundance con cierto éxito y obteniendo el beneplácito de publicaciones como Variety o The Hollywood Reporter, la cinta de Lynn Shelton seguramente no conquistará de la misma manera al público europeo. Laggies es una comedia, con pretensiones irónicas, que resulta mucho más amable de lo que le gustaría. El cinismo de la directora retratando a esa veinteañera que aún sigue atrapada en su adolescencia mental no llega a las cotas de divertidísima crueldad que en su día nos trajo un Jason Reitman pasado de rosca. Shelton toma el mismo tema de base de Young Adult (2009), la crisis de madurez del joven adulto, como excusa para lo que intenta ser un retrato sobre el nuevo Peter Pan de nuestro siglo. La generación desganada que ha empezado a formarse en unas circunstancias socioeconómicas difíciles. Por supuesto, la cineasta evita cualquier discurso complejo en torno a la psicología de su protagonista, centrándose en rodearla con todo un entramado de romances y problemas de matrimonio que, al final, acaban por frivolizar las buenas sensaciones del comienzo. Una interesante apertura de créditos con cámara digital que muestra ráfagas fugaces de la fiesta de graduación de Megan, interpretada con cierto tino por una delgadísima Keira Knightley, quién consigue contener algunos de sus tics faciales más llamativos en favor de una cierta apatía que le sienta muy bien al personaje. Aún con todo, el convencionalismo acaba apoderándose de los buenos apuntes de guión para introducir poco a poco algunos recursos que ya se intuyen muy teatrales y estudiados, y, sobretodo, algunos giros que forman parte del temario esencial en cuanto a comedia romántica. 55/100. | ★★ |

    El juez

    The Judge

    El juez.
    Dirigida por David Dobkin.
    Reparto: Robert Downey Jr., Robert Duvall, Vera Farmiga, Billy Bob Thornton, Leighton Meester, Melissa Leo.
    Estados Unidos, 2014
    GALAS

    La que iba a ser la cinta inaugural del día, acabó estrenándose a las 6:30 de la tarde, fruto de un cambio la noche anterior al estreno. Como decimos, la coincidencia del pase con otros filmes importantes como el de Satrapi, nos pone en un dilema. Arriesgarse al pase de público (en la Rush Line) o asegurarnos el pase de prensa, obviando, no sin pena tras los buenos comentarios, a Satrapi y The Voices. Optamos por esto último. Y aunque el resultado ha sido muy cuestionable, uno tampoco se arrepiente. La reunión de talentos de The Judge justifica un visionado. Y no hablamos sólo de lo que ya llaman “los dos Roberts” —ese dúo de actores enfrentados que se comen la pantalla, más a base de presencia que de un trabajo fuera de serie— sino también a la brillante nómina de secundarios que dan más lustre, si cabe, a la trama familiar más reblandecida que el mundo jurídico haya conocido recientemente en cine. The Judge nos acerca el regreso a su pueblo natal de un exitoso abogado tras la reciente muerte de su madre, para encontrarse, acto seguido, con que su padre es sospechoso de asesinato por la muerte de un ciclista cuya sangre coincide con la que el policía acaba de encontrar en su coche siniestrado.

    El acercamiento padre/hijo ya está sobre la mesa. Dobkin lo cuece a fuego lento, como uno de los puntos más dolorosos con los debe lidiar Henry, el abogado interpretado por Robert Downey Jr. con la misma altivez con la que interpretaría una cuarta parte de su saga estrella en Marvel. Él es el centro del guión. Y aunque Dobkin utiliza la excusa del juicio hacia su padre como una manera de acercarlos a ambos, al final es más interesante como dibuja el ambiente familiar y sentimental del personaje que la trama criminal en sí. En el desarrollo al director incluso le da tiempo a introducir numerosos gags de guión que ayudan a aligerar la presión de la historia y hacer más llevadero (y comercial) el discurso sobre lo que significa el desencanto filiopaternal. En ese cargado caserón conviven tres hermanos que comienzan a ver la decadencia de su progenitor, un Robert Duvall imponente a la par que mísero, y, allí, acontece una de las mejores escenas de la cinta. Una que demuestra cierta maestría en el cambio de tonos, de la incomodidad a la sonrisa en apenas unos segundos, en un baño y con dos actores. Y es que, aún a pesar de lo desacertado de su clímax, (en el que los subrayados dramáticos con zoom quedan bastante poco elegantes y algunas reacciones acaban volviéndose exageradas y algo cómicas), la cinta de Dobkin también tiene sus perlas.

    Entre otras, y como decíamos, un notable elenco de secundarios. Vera Farmiga demuestra que sabe cómo robar planos; reputados actores parecen empequeñecerse cuando ella aparece. Leighton Meester tiene un papel breve, pero también aparece en una de las escenas más divertidas. A su vez, Billy Bob Thorton hace uso de todo su hermetismo para componer un personaje intimidante con apenas dos trazos. Pero quién, verdaderamente, roba las miradas es el pequeño Jeremy Strong, con un papel que no por sencillo deja de resultar entrañable; es la expiración más inocente y menos imbuida del efecto star system que suelen traer estos grandes castings. La gran reunión de Hollywood para Toronto. Uno de esos dramas familiares con grandes nombres al que se le ven un poco las costuras. No ayuda el uso de Bon Iver para subrayar el instante nostálgico. Como tampoco ese risible cover de los créditos finales que, tras terminar la película, se respira un tanto naif. Sin duda, será uno de los estrenos destacados en el futuro, gracias, sobretodo, a su elenco. Y no sería descabellado que Robert Duvall gozara alguna nominación en la campaña de premios. Esta por ver, pero está claro que el TIFF tiene olfato para percibir lo potencialmente premiable del año. 60|100. | |

    Gonzalo Hernández
    Enviado especial al Festival de Toronto 2014


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