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    Crítica en Serie | Orphan Black (Temporada 1)

    Orphan Black

    Recomiéndala a tus clones

    crítica de Orphan Black (2013-) | Temporada 1 | ★★★★★ |

    BBC America | Canadá, EE.UU, 2013. 1ª temporada: 10 capítulos. Creadores: Graeme Manson & John Fawcett. Directores: Graeme Manson, John Fawcett, T.J. Scott, David Frazee, Ken Girotti, Brett Sullivan, Grant Harvey. Guionistas: Graeme Manson, John Fawcett, Alex Levine, Karen Walton. Reparto: Tatiana Maslany, Skyler Wexler, Jordan Gavaris, Dylan Bruce Kevin Hanchard, Inga Cadranel, Maria Doyle Kennedy, Michael Mando, Drew Davis, Millie Davis, Kristian Bruun. Música: Trevor Yuile. Fotografía: Aaron Morton.

    Imagínense un verdadero caleidoscopio argumental que surca sofisticados laboratorios, turbios callejones, sórdidas jaulas, pelucas camaleónicas y un cóctel de acentos inusuales; una historia adictiva como pocas, capaz de mezclar clímax socarrones y repletos de tensión, erotismo, drama y violencia, chantajes y experimentos bizarros, conspiraciones y hurtos de identidades, humor negro y carcajadas, clones, y, por supuesto, una única actriz que se desdobla magistralmente para interpretar a todas las protagonistas. Sí, estamos hablando de Orphan Black, el serial canadiense de BBC América que, sin grandes pretensiones a priori, se ha ganado el favor de crítica y parrilla gracias a combinar de forma novedosa y potente la ciencia-ficción, el thriller adrenalínico, el sarcasmo y las emociones, amparándose en una estética con tintes cyber-punk que logra que los fans de lo “pulp” se rindan a sus encantos. Y a la cabeza del fenómeno, un nombre que reluce con mayúsculas: Tatiana Maslany, toda una sorpresa interpretativa, pues nos topamos con una mujer carismática y talentosa que se desinhibe entre dialectos, peinados y expresiones faciales, mostrándonos las diferentes caras de este intrincado juego de clones en el que cada capítulo se abre como una matrioshka, y donde ella solita copa casi todo el reparto principal. Hablar de Orphan Black es también mentar a priori la relevancia de sus creadores: Graeme Manson, guionista del maravilloso filme de culto Cube (Vincenzo Natali, 1997), y John Fawcell, autor de Ginger Snaps (2000), una de las obras más queridas por el público fanático del terror de mujeres lobo. Tomando prestadas como reclamo para el nombre de cada capítulo de esta primera temporada citas pertenecientes al libro El origen de las especies, de Charles Darwin, el origen de la historia lo hallamos en la revelación con la que se choca Sarah Manning, la máxima protagonista de la serie: En torno a la treintena, siempre metida en líos y con una vida personal caótica y desordenada, esta joven huérfana inglesa se choca con el suicidio de Beth Childs ante las vías del tren, y huye usurpando la identidad de la susodicha (cuenta bancaria y trabajo en la comisaria de policía incluidos), sorprendida de que los rasgos de Beth sean exactamente iguales a los suyos. Sarah había vuelto a la ciudad tras un año de ausencia con los bolsillos vacíos y la esperanza de vender una bolsa de cocaína hurtada a su ex novio drogadicto, con la idea de recuperar a su pequeña de seis años y escapar con ella en busca de una vida normal. Sin embargo, ya desde el comienzo el enigma se presenta suculento: la suma de dinero que contiene la cuenta de Beth es desorbitada, y su caja fuerte resguarda partidas de nacimiento de algunas mujeres de su misma edad, las cuales forman parte de un proyecto genético experimental de los años 70.

    Así pues, una trama compleja en espiral de ritmo trepidante y múltiples frentes abiertos nos descubre paulatinamente (y ganando puntos con el añadido de cada nueva entrega) a Kira, la risueña y empática hija de Sarah, al cuidado de la misteriosa Mrs. S; su hermanastro de crianza y mejor amigo Felix (interpretado por un soberbio Jordan Gavaris), un joven artista buscavidas un tanto snob pero de carácter adorable que pinta cuadros en un apartamento garabateado de graffitis y que protagoniza las líneas más ingeniosas de diálogo; los experimentos del turbio Instituto DYAD (responsable de la creación de las clones, y su vigilancia mediante “monitores” secretos); el siniestro e inteligente Doctor Leekie; los encuentros de neoevolucionistas; los compañeros del cuerpo de policía de Beth Childs, y la relación de ésta con la muerte irresoluta de la civil Maggie Chen; Paul, el atractivo ex-novio de Beth con un pasado militar velado; o Thomas, un proletariano de oscuras convicciones religiosas. Este entramado de personajes secundarios completa a las clones protagonistas, cuyo pasado y origen será cuestionado por nosotros a la vez que por ellas mismas. Además de Sarah (la más salvaje, impulsiva y valiente), conoceremos a la entrañable Cosima, una científica alegre y espiritual de aspecto hippy que investiga el desarrollo evolutivo junto a la magnética Delphine; a la maruja frustrada Allison, ama de casa genuina y encantadora con vocación teatral que cuida de sus hijos y vive en una urbanización residencial (ya al sonar su leitmotiv nos recuerda irremediablemente a Desperate Housewives (2004-2012) y protagoniza la vertiente más cómica de la serie, gracias a ese perfil neurótico que la muestra enganchada a las pastillas, las copas de vino y como inusual amante de las armas) y a la asilvestrada y terrorífica Helena, criada en un convento ucraniano y asesina profesional con impulsos psicóticos, hambre voraz por la comida, y conducta un tanto animal, la cual cree ser la original y el resto, abominaciones de la naturaleza a las que hay que eliminar, sin olvidarnos de las apariciones de la alemana Katja o de la fría y “proclonada” ejecutiva Rachel.

    Orphan Black

    Orphan Black tiene la fascinante capacidad de cabalgar entre el absurdo y la genialidad, la profundidad psicológica de las protagonistas y el thriller ficcional, el ridículo y la ternura, el suspenso hitchcockiano y la ilógica, lo burlesco y el humor descarado, sin descuidar las relaciones interpersonales entre los protagonistas, donde la amistad, el odio, el sexo y los vínculos afectivos tienen una importante cabida. El rango interpretativo y el carisma de Tatiana Maslany, una actriz desconocida para la gran mayoría de público, deja ojoplático absolutamente a cualquiera, pues es capaz de despedir un aura distinta en función de cada personaje, además de divertirnos y deleitarnos con un surtido de acentos, gesticulaciones y miradas completamente diferentes. De hecho, en las diversas escenas en las que varias clones comparten espacio su talento es desbordante, hasta el punto de olvidar por unos instantes que esas Cosima, Alison, Sarah o Helena están interpretadas por la misma persona. Sin duda, toda alabanza que reciba es poca y, en mi humilde opinión, sus estanterías deberían estar repletas de premios. Además, cada una de las clones suscita diferentes sensaciones en el espectador: Alison es hilarante, Cosima dulce, Sarah pura garra y Helena terrorífica en un comienzo. Y por otra parte, son muchas las cuestiones que subyacen en la trama de Orphan Black y la hacen más redonda y compleja: el transhumanismo, la ambigüedad moral en la ciencia, la modificación orgánica y su debate ético, la supervivencia, e incluso una pregunta lanzada al aire sobre todo lo que comporta el hecho de ser persona, en lo que concierne a los límites de la libertad, el control y vigilancia del propio cuerpo, el precio a pagar en la búsqueda de la perfección física o cómo el ambiente modela nuestra personalidad por encima del determinismo genético. Por encima de todo ello, la mejor y más simple razón para disfrutar de Orphan Black es que es muy divertida. | ★★ |

    Andrea Núñez-Torrón Stock
    redacción Santiago de Compostela


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