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    Crítica en Serie | The Leftovers (Temporada 1)

    The Leftovers

    Irregular drama con ganas de incordiar

    crítica de The Leftovers (2014-) | Temporada 1 | ★★★ |

    HBO / 1ª temporada: 10 capítulos | EE.UU, 2014. Creadores: Damon Lindelof & Tom Perrotta, basados en la novela del mismo título de Tom Perrotta. Directores: Peter Berg, Mimi Leder, Carl Franklin, Lesli Linka Glatter, Daniel Sackheim, Keith Gordon, Michelle MacLaren. Guionistas: Damon Lindelof, Tom Perrotta, Kath Lingenfelter, Jacquelyne Hoyt, Curtis Gwinn, Carlito Rodríguez, Elizabeth Peterson. Reparto: Justin Theroux, Amy Brenneman, Ann Dowd, Christopher Eccleston, Margaret Qualley, Carrie Coon, Liv Tyler, Emily Meade, Amanda Warren, Michael Gaston, Charlie Carver, Max Carver, Chris Zylka, Annie Q, Frank Harts, Paterson Joseph, Scott Glenn, Marceline Hugot, Janel Moloney. Fotografía: Todd McMullen, Michael Grady, Michael Slovis. Música: Max Richter.

    La primera temporada de The leftovers, terminada hace unos días en HBO, podría estudiarse en escuelas de guión y/o cursos de narrativa como un fascinante ejemplo de qué hacer y qué no hacer cuando se está presentando una serie. Lo que en muchas otras producciones, de la misma cadena incluso, sería irresponsable o directamente suicida aquí es asumido por los creadores Damon Lindelof & Tom Perrotta como la única opción posible. Esto es, dar por hecho desde un comienzo que vas a tener varias temporadas, aunque no haya garantía sólida alguna de que esto sea posible. Solo así se entiende el irregular trazo de esta tanda, la forzada graduación temporal (la temporada cubre casi un año y lo hace con bruscas elipsis) y la apuesta con capítulos centrados en un personaje concreto, olvidando la comparsa de secundarios. Hasta hay un episodio flashback, recogiendo los días anteriores al 14 de octubre e incluyendo el momento de la Ascensión. Tras seis episodios, el rodaje se paralizó brevemente, haciendo que la fecha de estreno se retrasara dos semanas. Quizá HBO intervino viendo el devenir de las tramas, quizá fuera cosa de los guionistas, pero lo que está claro es que esta decena de capítulos ha sido altamente irregular, pero también una experiencia intensa, rica e incómoda. Está bien que una serie sea capaz de incordiar al espectador si lo hace con talento y no con salidas de tono facilonas o bruscos giros de guión. No se puede obviar que Lindelof co-creó Perdidos (2004-2010), serie que comparte espectro emocional con la que nos ocupa y revela en el guionista un hábil maestro de las conexiones personales y un gusto por el detalle revelador nada desdeñable. Donde falla es en dar relieve y tridimensionalidad a los personajes, lo cual es llamativo cuando entre esos personajes se encuentran varios de los fijos (los gemelos, Aimee, Dean, Christine) y algunos habituales como Wayne o Kevin Garvey Padre están mejor definidos. A veces el talento del intérprete salva esto, como esa malhablada alcaldesa a la que interpreta una estupenda Amanda Warren.

    El tono de The leftovers es complicado de definir, quizá porque da la impresión de que los responsables están todavía buscándolo. Empezando con la cabecera, una hermosa obra de arte, empieza una serie que contiene un poderoso elemento emocional que recorre cada minuto de metraje (ayudado por la superlativa música de Max Richter), una variante onírica centrada exclusivamente en un personaje, una corriente de humor negro, una narrativa agresiva y unas evidentes ganas de provocar, de no dejar indiferente al espectador. Siendo Lindelof quien es y teniendo en cuenta el argumento base (el 2% de la población mundial desaparece súbitamente), uno podía esperar que la narración se construyera alrededor de ese misterio, que la llamada Ascensión fuera el leitmotiv de la serie. No es el caso. La acción arranca tres años después, y los meses que cubre la temporada nos revelan que la intención de los guionistas es lidiar con la aflicción. La pena y el dolor de la pérdida han dado paso a un mundo gangrenado, arisco, violento con todos (la lapidación es brutal) y donde muchos no sonríen. Se habla mucho de que la edad dorada de la televisión significó que los protagonistas ya no debían ser perfectos, agradables o redimibles. The leftovers es, en ese sentido, perfecto material de la edad dorada. Los personajes son antipáticos, difíciles, y en algunos casos no especialmente interesantes. ¿Por qué deberían importarnos entonces? Quizá por los monumentales problemas en los que están metidos, resultado en muchos casos de esa querencia de la serie por tratar las emociones en crudo. Son gente contradictoria, al borde del ataque de ansiedad y siempre a la defensiva.

    The Leftovers

    El eje central de la historia ha sido el jefe de policía Kevin Garvey. Interpretado por el intenso Justin Theroux, aquí magnífico, el hombre es un absoluto desastre. Uno de los cambios respecto a la novela de Perrotta fue convertir a Kevin en jefe de policía, puesto heredado de su padre, que como muchos se volvió loco tras la Ascensión. El cambio es todo un acierto porque la policía debe ser esa figura autoritaria que transmite seguridad, pero en el mundo de The leftovers ya no existe esa sensación. Existe el conflicto constante, y así opera Kevin. Insulta, golpea, duerme mal y tiene la casa muy desordenada. Lidia como puede con el peso de su mundo, chocando con los mundos del resto de personajes, que cargan con su cruz. Una cruz que pesa aún más cuando se tiene presente el grupo antagonista de la serie, los Guilty Remnant. Su misión es no dejar olvidar al mundo la Ascensión, y lo hacen con un voto de silencio, fumando obscenamente, vistiendo de blanco y con la acción directa. Su presencia desequilibra a cualquiera, incluido al público, y el hecho de que Lindelof y Perrotta nos muestren su funcionamiento interno hace que la experiencia sea fascinante. En la figura de dos mujeres, Patty y Laurie, la serie crea dos personajes tan frustrantes como memorables, además de interpretados a la perfección. Podemos confirmar a Ann Dowd como una actriz inmensa, ya que en lo que llevamos de año la hemos visto tanto en el desenlace de True detective (2014-) como en el rol de Eastbrook Masters en Masters of sex (2013-), la madre del protagonista. Registros completamente distintos. Liv Tyler debuta en televisión con un personaje irregular pero a la que la actriz imprime un aura de misterio que imposibilita el desentendimiento. Meg entra en los GR, y así la audiencia ve cuál es su proceso de selección.

    The Leftovers

    La temporada está plagada de hilos narrativos, algunos mejor perfilados que otros, y de aristas marcianas y de momento inexplicadas (los perros, la revista); y conforme se acerca el desenlace algunos van a cerrarse y otros dejarán grandes preguntas. Solo llevamos diez capítulos, así que es imposible quedarse satisfecho ante el cierre, que acaba donde lo hace el libro y plantea entonces nuevos caminos narrativos, con la presencia de Perrotta en esa sala de guionistas. Al menos de momento. El trabajo de hasta tres directores de fotografía crea un look hermoso que contrasta con un contenido tan turbulento, y así transmitir las sensaciones en crudo que se pretende. Casi nada en la temporada sucede como uno podría esperar, con todo lo bueno y lo malo que eso trae, y varias de las decisiones son más que cuestionables, pero en The leftovers hay corrientes de gran material. Se las ingenia para terminar con la más pura de las felicidades (la sorpresa de Nora en las escaleras) en un clima de confusión y desastre, y el mérito de esto no se puede obviar. Funciona como indicativo de lo que puede lograrse con la serie y puede que la segunda entrega, concedida hace unas semanas, traiga mayor estabilidad en esa descripción de los personajes y la manera de administrar el metraje por episodio. A veces hay que tomarse una tanda de episodios como un ensayo y error de lo de lo que puede estar por venir. | ★★ |

    Adrián González Viña
    redacción Sevilla


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