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    Cine Alemán Siglo XXI

    Crítica | Sharknado 2

    Sharknado 2

    ¿Un pájaro?¿Un murciélago? No, un tiburón.

    crítica de Sharknado: The Second One, dirigida por Anthony C. Ferrante, 2014

    Syfy | Estados Unidos, 2014. Título original: Sharknado 2: The Second One. Director: Anthony C. Ferrante. Guión: Thunder Levin. Productora: The Asylum / Syfy. Fotografía: Ben Demaree. Música: Chris Ridenhour. Montaje: Ana Florit, Vashi Nedomansky. Intérpretes: Ian Ziering, Tara Reid, Viveca A. Fox, Mark McGrath, Kari Wuhrer, Courtney Baxter, Dante Palminteri, Judd Hirsch, Billy Ray Cyrus, Robert Hays, Perez Hilton, Kelly Osbourne.

    Estados Unidos, 11 de julio de 2013. Las redes sociales comenzaron a echar chispas, con más de 5000 tuits por minuto que solo hablaban de una misma cosa: un pequeño telefilme de la temible productora Asylum –popular por facturar sucedáneos de serie z a partir de los grandes éxitos del momento– que se estaba emitiendo por el canal SyFy. Su título: Sharknado. Como se suele decir, “más vale caer en gracia que ser gracioso” y la ocurrencia de unos tornados tan potentes que son capaces de arrastrar en su interior a cientos de voraces tiburones que arrasan con la ciudad de Los Ángeles resultó ser, para sorpresa de todos, un auténtico fenómeno sociológico. Múltiples personalidades famosas se alzaron para gritar las excelencias de un producto de presupuesto ínfimo, con “estrellas” en clara decadencia como Ian Ziering –uno de los pipiolos de Sensación de vivir que compagina sus escasas incursiones como actor con sus funciones de stripper cincuentón en Las Vegas– o Tara Reid (American Pie), más conocida por sus escándalos y desórdenes alimenticios que por su carrera de actriz, y unos efectos especiales encantadoramente cutres. El secreto de su éxito habría que buscarlo en una idea argumental tan descabellada como divertida y en algunos gags cómicos bastante eficaces. No estábamos ante una obra maestra, ni mucho menos, pero sí ante el producto más digerible que había parido la productora desde que se fundara en 1997. Una sorprendente puntuación de 82% en Rotten Tomatoes así parece confirmarlo. Conscientes de que se encuentran ante una nueva gallina de los huevos de oro, los creadores de Sharknado han entregado, con la velocidad propia de la televisión, la inevitable secuela Sharknado 2: The Second One (2014). Resultado: 3,9 millones de espectadores la han convertido en la película más vista de la historia del canal de pago SyFy, lo que garantiza que el próximo verano tengamos un Sharknado 3.

    Anthony C. Ferrante vuelve a repetir en la silla del director, del mismo modo que Thunder Levin retoma la escritura del guión (aunque parezca broma, uno de los aciertos de la saga reside en los deliberadamente estúpidos diálogos y situaciones), que en esta segunda entrega tiene como escenario la ciudad de Nueva York. Como era de esperar, Ian Ziering y Tara Reid vuelven a ejercer de héroes en una aventura igual de descarada y loca que la anterior, pero en la que se nota que ha habido una inversión económica algo mayor. Esto se traduce en unos efectos digitales más resultones (nunca comparables con los de cualquier producto cinematográfico de similares características, eso sí) y un acabado visual más elegante, potenciado por el paisaje urbano de Manhattan, que también ayuda. Es evidente que han tirado la casa por la ventana para no defraudar a los fans del primer Sharknado, ofreciendo mucha más acción y un mayor número de situaciones inverosímiles marca de la casa. La escena de apertura es, en este aspecto, apoteósica. Tenemos a Fin y April que, después de haber salvado su matrimonio en la primera película, viajan a bordo de un avión rumbo a Nueva York para visitar a unos familiares. El piloto no es otro que Robert Hays –divertido guiño a la serie Aterriza como puedas–, mientras que la azafata tiene el inconfundible pelo de color morado de la cantante Kelly Osbourne. De pronto, cuando las primeras turbulencias indican que el aparato se está acercando a una tormenta, Fin cree ver una presencia aterradora en el ala, a través de la ventanilla. ¿Un pájaro? ¿Un murciélago? No, un tiburón. Como es de esperar –en la mejor tradición de uno de los episodios más celebrados de En los límites de la realidad–, el resto de pasajeros le toma por un lunático.

    Sharknado 2

    Con semejante prólogo, los fans que se sientan ante el televisor a disfrutar de una experiencia descerebrada y trepidante ya se frotan las manos, rezando para que el resto del metraje esté a la altura. Hay que decir en defensa de Sharknado 2 que tiene un ritmo endiablado que hace imposible que te aburras con ella. Algunos tiempos muertos que sí tenía la anterior, aquí quedan cubiertos con imparable acción, multiplicando las referencias cinéfilas y los cameos de famosillos de la bajura del cantante country Billy Ray Cyrus, padre de Miley. Para añadir algo de sal a los conflictos de pareja entre Fin y April, aparece un tercer vértice del triángulo amoroso en la piel de Skye, antigua novia del instituto del protagonista. Viveca A. Fox es la encargada de desempeñar este aguerrido rol, que le sirve para homenajear en una de las escenas, katana en mano, a su trabajo más celebrado para el cine: aquella Vernita Green que tenía un espectacular combate a muerte contra la Mamba Negra en Kill Bill (2003). Sería muy fácil (e injusto) ensañarse con un filme de las características y aspiraciones de Sharknado 2. Se le puede acusar de muchas cosas, pero nunca de falta de honestidad. La audiencia ya sabe lo que se va encontrar en él, por lo que difícilmente puede sentirse estafado –algo que no puede decir Roland Emmerich con algunas de sus superproducciones catastróficas–. En conjunto, es una obra bastante más dinámica y entretenida que la original, potenciando los aciertos que hicieron de aquella un éxito, sin tomarse a sí misma en serio en ningún momento. Si entras en su juego y asumes que Ian Ziering sea capaz de cabalgar sobre un tiburón en medio de un tornado; Tara Reid sustituya su mano por un arma cortante –la sombra del Ash de Evil Dead es alargada– para luchar contra el ataque escualo o que la cabeza de la Estatua de la Libertad simule a la roca de En busca del arca perdida (Steven Spielberg, 1981), rodando por las calles de Manhattan, sin duda, Sharknado 2 será una perfecta opción para desconectar un rato las neuronas, en compañía de amigos con los que echarse unas risas y unas cervecitas bien frías. Cualquier análisis más exhaustivo sería una innecesaria pérdida de tiempo. | ★★ |

    José Antonio Martín
    redacción Las Palmas de Gran Canaria


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